Pakistán ha sido afectado por graves inundaciones que han causado una destrucción generalizada y dejado a más de 1.000 personas fallecidas, más de 1.500 heridas y al menos a 33 millones de personas afectadas.
Muchas personas que han perdido sus hogares han establecido refugios improvisados a lo largo de las carreteras o cerca de ellas, y otras viven en las orillas de los ríos. En la provincia de Balochistán, 31 de 33 distritos se han visto gravemente afectados.
Nuestros equipos, incluyendo personal cuyas propias casas se han inundado, brindan atención médica general a las personas que se congregan en las carreteras y en las escuelas.
Asistiendo a las personas damnificadas
Shahid Abdulá es coordinador de emergencias de nuestra organización en Baluchistán, Pakistán. Nos comparte cuál es la situación sobre el terreno en las zonas afectadas por las inundaciones en el país:
“Las personas están sentadas al costado de la vía principal, y se ve que muchas ya han recibido ayuda. Tienen, entre otras cosas, mosquiteros, kits de higiene y alimentos. Por otro lado, quienes están alejadas de la vía principal se quedan solas, porque es difícil llegar hasta ellas. Llegamos a un grupo que no había recibido ayuda desde que comenzaron las inundaciones: fuimos los primeros en llegar a estas personas. Nuestro equipo se ocupó de las personas y brindó asistencia a los problemas de salud que experimentaban.
El agua estancada conduce a problemas de salud y es poco probable que la situación mejore. Estamos viendo pacientes con enfermedades transmitidas por el agua como diarrea, malaria, enfermedades de la piel e infecciones oculares.
Los retos son muchos y grandes. Hay una lucha por medicamentos y recursos humanos, tanto médicos como de enfermería, y en muchas áreas es muy difícil llegar a la población. Tratamos de ayudar de la mejor forma posible.
Es desgarrador ver cómo las casas de barro han sido completamente arrastradas por el agua y, en gran medida, han desaparecido. En muchos lugares los niveles del agua están elevados y lo único que las personas pueden hacer es esperar a que vuelvan a bajar. Es terrible. Quienes pueden, caminan o nadan por el agua. Sin embargo, hay muchas personas que simplemente no pueden hacer nada más que esperar a que el agua baje o que alguien venga a ayudarles.
A solo media hora o una hora a las afueras de la ciudad te encuentras con enormes masas de agua. Agua estancada a metros del suelo. Aquí en la ciudad también hay rastros del agua, tanto en edificios públicos como en terrenos.
Muchas personas lo han perdido todo. Además, debido a que viven al borde de la carretera, no tienen acceso a agua limpia ni baños. Para las mujeres en particular es difícil porque tienen que luchar para satisfacer sus necesidades.
A las personas les resulta difícil protegerse de las temperaturas extremas que experimentamos. Algunas de las que están sentadas al costado del camino solo tienen algunas camas tejidas a mano apiladas una encima de la otra con un trozo de tela o plástico para protegerlas del sol.
En nuestro hospital vemos a muchas niñas y niños que nacieron con desnutrición. Este era el caso antes de las inundaciones, pero la situación actual puede contribuir que haya empeorado su condición. La gente aquí ya vive una vida dura, por lo que les está afectando aún más.
Hay necesidades tan grandes que estamos felices de poder estar aquí para ayudar”.