La semana pasada, unos 360 supervivientes de una patera perdida cerca de la isla italiana de Lampedusa requirieron asistencia de Médicos Sin Fronteras (MSF) y otras agencias. Las autoridades estiman que 12 personas perdieron la vida en el mar.
El equipo médico de MSF inmediatamente se dispuso a hacer un triaje en el puerto. Más de dos docenas de personas, entre las que había mujeres necesitadas de atención médica urgente, fueron referidas a la clínica de la isla. La mayoría padecían deshidratación e hipotermia y estaban en un evidente estado de shock. Algunos pacientes presentaban dolores abdominales agudos y lesiones cutáneas, explica el Dr. Mark Testa, médico de MSF en Lampedusa. Perdidos en alta mar durante cerca de seis días, sin comida ni agua, las personas rescatadas contaron que no habían tenido otra elección que ver a otros morir de hambre a bordo, sin dejar de repetir que no podían creer que hubieran sobrevivido.
«Cada nueva embarcación, cada nuevo refugiado muerto trágicamente es un duro recordatorio de la guerra al otro lado del mar. Estas personas arriesgan su vida para buscar refugio en las costas europeas, declara Francesca Zuccaro, jefa de misión de MSF en Italia.
MSF urge a las partes beligerantes y países vecinos a que asuman sus responsabilidades, como exige el Derecho Internacional Humanitario, y a que mantengan sus fronteras abiertas, ofreciendo protección a las personas que huyen de Libia.
En Lampedusa, MSF trabaja con un equipo de médicos, enfermeras y mediadores culturales que prestan primero auxilios a los recién llegados en el puerto y hacen seguimiento médico de los mismos en los centros de detención de la isla. Entre febrero y julio, MSF ha asistido a casi 19.000 personas que han huido de Libia. Las actividades de MSF en Lampedusa están financiadas por donantes particulares y la organización no recibe fondos institucionales del gobierno.