Cada año, 50.000 personas mueren de kala azar (leishmaniasis visceral) en el mundo. La mayoría de medicamentos efectivos son inasequibles para las personas afectadas en los países en desarrollo. En Kenia, esta enfermedad olvidada afecta principalmente a poblaciones remotas del noreste del país.
Sandrine Vuilleumier, enfermera de Médicos Sin Fronteras (MSF), volvió recientemente de Kacheliba, al noreste de Kenia. En esta población ubicada en la frontera con Uganda, MSF ha instalado y gestiona una sala de 50 camas en el hospital del Ministerio de Salud. El personal que trabaja en este centro de tratamiento de kala azar y en otros 10 centros de diagnóstico en las regiones de Pokot Este y Turkana ha diagnosticado y tratado a 500 pacientes anuales desde 2006.
No es un número muy elevado, pero si no hubieran recibido tratamiento, estas personas habrían muerto, declara Sandrine, que ha trabajado seis meses en las instalaciones de Kacheliba. Si no se trata, el kala azar cuyo nombre significa fiebre negra en hindi es una sentencia de muerte: nueve de cada diez personas que la padecen mueren por su causa.
El kala azar se transmite por la picadura de la mosca de arena, un insecto de apenas unos pocos milímetros, que se reproduce en los montículos de termitas y crece en regiones semiáridas del noreste de Kenia. Los pastores nómadas de Pokot, que viven y duermen a la intemperie, están especialmente afectados por la enfermedad. La gente que vive más al norte, hacia el lago Turkana, también se ve afectada; la precariedad de las carreteras hace que sea más difícil acceder a esta región. El kala azar es una enfermedad olvidada por la investigación médica y, a su vez, ataca a personas que también son olvidadas, dice Vuilleumier.
El Ministerio de Salud de Kenia ha creado una división especial para combatir el kala azar y otras enfermedades olvidadas. Elena Velilla, responsable de relaciones institucionales de MSF con las autoridades en Nairobi, afirma: Los grupos en riesgo de infección de kala azar son a menudo poblaciones a las que es difícil acceder, como por ejemplo, las que están asentadas en zonas rurales pobres. Esto hace que sea muy importante y necesario un tratamiento simple y efectivo.
MSF ha propuesto que el centro de diagnóstico y tratamiento de Kacheliba sea usado como centro de formación para el personal médico keniano en la fase inicial de implementación del plan nacional de lucha contra el kala azar. Pasada esta etapa, la organización planea transferir todas sus actividades al Ministerio de Salud o a otras contrapartes.
De Uganda a Kenia
Entre los años 2000 y 2006, MSF desarrolló actividades en un centro de tratamiento de kala azar en la población fronteriza de Amudat, en Uganda. El proyecto fue transferido a Kacheliba cuando se supo que la mayoría de los pacientes procedían del distrito de Pokot, al oeste de Kenia.
Los síntomas del kala azar son fiebre prolongada, agrandamiento del bazo y pérdida de peso. Sin tratamiento, la muerte puede sobrevenir en cuestión de pocos meses. MSF usa una prueba rápida de diagnóstico, mediante una gota de sangre extraída del dedo del paciente, para confirmar o descartar la presencia de la enfermedad. Este método simple ya está siendo usado en otros 10 centros de diagnóstico de los distritos de Pokot Este y Turkana. Los pacientes cuyo resultado es positivo son transferidos a Kacheliba, donde reciben tratamiento.
MSF está fomentando la inclusión de esta prueba rápida en las guías nacionales. El otro método de detección, que incluye una punción del bazo, es complicada e invasiva y, dado que apenas unos pocos centros pueden ofrecerlo, impide que los enfermos de kala azar tengan acceso al tratamiento.
Medicamentos costosos
El tratamiento estándar de kala azar dura un mes. Los pacientes reciben una inyección diaria, dolorosa y tóxica, que incluso puede ser fatal para personas con VIH/sida cuyo sistema inmunológico está debilitado. La sustancia utilizada, el estibogluconato de sodio (SSG por sus siglas en inglés), es una molécula que fue desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial, lo que indica la falta de interés de la industria farmacéutica por investigar nuevos tratamientos.
Algunos pacientes desarrollan resistencia al SSG, en cuyo caso MSF usa un segundo medicamento llamado anfotericina B liposomal, mucho más efectivo que el SSG, pero más caro: unos 50 dólares americanos (35 euros) por siete días de tratamiento. Éste consiste en dos horas de terapia intravenosa al día. Otro inconveniente es que esta medicación sólo puede ser administrada en hospitales, bajo supervisión médica para controlar los efectos secundarios. Lo que realmente se necesita son medicamentos menos tóxicos, que puedan ser suministrados por vía oral por cortos períodos y que sean seguros para las mujeres embarazadas o en edad fértil.
Desde 1988, MSF ha tratado a más de 80.000 pacientes con kala azar, especialmente en países del este de África como Sudán, Etiopía, Kenia, Somalia y Uganda. MSF ha validado e introducido pruebas de diagnóstico rápidas (rk39, tiras reactivas basadas en antígenos) que pueden usarse en lugares remotos, dando un acceso mucho mayor a los tratamientos para las personas infectadas. Si se trata a tiempo, el 95% de los pacientes se recupera completamente.