La situación en los centros de detención de Zintan y Gharyan ubicados al sur de Trípoli, la capital de Libia, es consistente con los reportes, confirmados posteriormente por agencias de la ONU, de que al menos 22 personas han muerto allí por sospechas de tuberculosis y otras enfermedades desde septiembre de 2018.
Cientos de personas que necesitan protección internacional y están registradas en el ACNUR como solicitantes de asilo o refugiados llevan meses, y en algunos casos años, varadas en los centros de detención de Zintan y Gharyan prácticamente sin asistencia. Como resultado de las condiciones en los centros de detención, un promedio de entre 2 y 3 personas han muerto allí mensualmente desde septiembre de 2018.
El personal de Médicos Sin Fronteras (MSF) realizó su primera visita al centro de detención de Zintan en mayo. Encontraron a unas 900 personas detenidas allí, 700 de ellas en un hangar sobrepoblado con cuatro inodoros apenas funcionanales, sin ducha y un acceso esporádico al agua, que no era adecuada para el consumo.
«En términos médicos, era un desastre«, comenta Julien Raickman, jefe de misión de MSF en Libia. «Es probable que hubiera un brote de tuberculosis desde hace meses en el centro de detención. La situación era tan crítica que inmediatamente organizamos referencias vitales al hospital durante nuestras visitas iniciales».
En total, el personal de MSF organizó 16 referencias al hospital entre el 25 de mayo y el 19 de junio. También distribuyeron suministros de alimentos, leche en polvo, mantas y artículos de higiene. Tras recibir acceso al centro de detención de Zintan por parte del Oficina para combatir la migración ilegal de Libia (DCIM, por sus siglas en inglés), MSF está ampliando su respuesta médica y humanitaria. Las consultas médicas y las derivaciones continúan, y el personal de MSF está trabajando en reparar el sistema de suministro de agua.
A principios de este año alrededor de 50 detenidos, quienes tenían el peor estado de salud, fueron trasladados de Zintan al centro de detención de Gharyan, ubicado a 100 km al noreste y en la primera línea del conflicto actual entre el Gobierno de Acuerdo Nacional Libio (GNA) y el Ejército Nacional Libio (LNA). Debido a los intensos enfrentamientos que se producen cerca del recinto, la situación de los 29 detenidos que permanecen en Gharyan es particularmente peligrosa. El área puede llegar a ser inaccesible para las ambulancias debido a los enfrentamientos, y esto dificulta la organización de referencias hospitalarias cuando son necesarias.
Las personas detenidas en los centros de Zintan y Gharyan provienen en su mayoría de Eritrea y Somalia, y sobrevivieron a experiencias angustiosas durante su peligroso viaje. Existen mecanismos para trasladarlos a países seguros donde puedan procesarse sus solicitudes de asilo, pero éstos se han mantenido dramáticamente limitados. El 3 de junio, ACNUR trasladó a 96 personas del centro de detención de Zintan a un centro administrado por el ACNUR en Trípoli, donde esperan ser evacuados de Libia.
«¿Qué pasará con los otros 625 refugiados que permanecen en los centros de detención de Zintan y Gharyan?», se pregunta Raickman. «¿Y qué pasará con las personas de Zintan y Gharyan que fueron referidas al hospital después de que completen su tratamiento médico?»
En lugar de recibir la protección a la que tienen derecho, estos refugiados y solicitantes de asilo son condenados a un ciclo de violencia y detención. Es una situación demasiado común para los migrantes y los refugiados en toda Libia, pero no ha impedido que los estados europeos retornen a Libia a personas que intentan huir, con pleno conocimiento de lo que les espera y en violación del derecho internacional.
La mayoría de las personas que se encuentran actualmente en los centros de detención de Zintan y Gharyan ya han vivido experiencias terribles en Libia. Algunos fueron secuestrados por traficantes de personas que los torturaron para extorsionarlos a ellos y a sus familiares. Algunos intentaron cruzar el mar Mediterráneo en busca de seguridad, pero fueron devueltos por los guardacostas libios, apoyados por la UE, y llevados a centros de detención cercanos a las costas. Otras personas, detenidas por contrabandistas de personas en Sabratha, quedaron atrapadas en medio de los combates entre milicias rivales en octubre de 2017 y posteriormente fueron trasladados a centros de detención en Trípoli.
El número de personas detenidas en los centros llegó a su punto máximo a finales de 2017: eran más de 20.000. Después de que estallaran los enfrentamientos en Trípoli en agosto de 2018, muchas personas fueron trasladadas de Trípoli al centro de detención de Zintan, lejos de la línea del frente pero fuera de la vista, en condiciones desesperadas y con poco acceso a atención médica.
“Hemos sido abandonados en este lugar, no podemos regresar, nadie nos quiere en ningún lado,” dice un refugiado eritreo de alrededor de 20 años detenido en Zintan. “No sé cuál es mi lugar en esta tierra.”
“Trasladar a las personas de un centro de detención a otro no los protege de los peligros mortales a los que se enfrentan en Libia,” dice Raickman. “Lo que necesitan urgentemente los refugiados es una forma de salir del país.” Las evacuaciones y reasentamientos de refugiados y solicitantes de asilo de Libia deben escalarse.
“Esto sólo puede funcionar si los países seguros en Europa y otras partes viven a la altura de sus responsabilidades en lo que respecta al asilo, y si los estados europeos abandonan sus indignantes políticas de retornos ilegales a Libia desde el mar Mediterráneo,” continúa. “El centro de detención de Zintan no es una excepción, es un claro recordatorio del dañino sistema de detención deliberadamente alimentado por Europa, que claramente está poniendo en peligro las vidas de los refugiados”.