María Laura Chacón, médica de Costa Rica, se encarga de una parte esencial del trabajo de Médicos Sin Fronteras (MSF): la implementación de un sistema que simplifica la recolección de datos de los pacientes atendidos en los proyectos, para dar una mejor respuesta humanitaria antes sus necesidades.
Chacón supo que quería trabajar con MSF apenas entró a la universidad. “La medicina -como dice- es mi vocación”.
Con 26 años fue a su primera misión en Sudán del Sur. “Salir de mi país no me costó tanto, tenía muchas ganas de conocer y ampliar mis fronteras para entender otras realidades”, contó. En este complejo país, ubicado en África Oriental, aprendió a trabajar con un equipo que se embarcó en la titánica tarea de comenzar un hospital de cero. Según ella, estaba muy interesada por atender las emergencias, pero rápidamente se dio cuenta de que al ser su primera experiencia tenía que aprender.
“Este trabajo en Sudán del Sur me preparó para las siguientes misiones. Fueron solo dos meses, pero por su intensidad siento que pasó más tiempo”. Luego viajó a Camerún, donde el idioma fue uno de sus desafíos pues era la primera vez que trabajaba en francés.
Después se fue a Irak y en este lugar destacó el trabajo y la dedicación de la gente por su población. “El compromiso tan grande con su trabajo no tenía horarios cuando se trataba de atender emergencias”, recordó.
Tras unos meses, viajó a República Democrática del Congo como referente médico, un rol que le permitió desarrollar capacidades de líder al tener a su cargo decisiones fundamentales para el desarrollo del proyecto, además de los equipos sanitarios.
En los últimos dos años Chacón ha estado en Siria y el Líbano. En el primer país fue testigo de la llegada de cientos de familias que huían de la guerra y trabajó como médico en un hospital y atendió pacientes en un campo de desplazados.
“Me confronté con situaciones humanas muy duras, gente que huyó dejándolo todo y que perdieron a sus seres queridos. A pesar de eso, cuando te veían pasar por sus tiendas de campaña te invitaban a tomar té”.
Su último desafío fue convertirse en Implementadora de Sistemas de Información, un rol gratificante para ella porque, además de ayudar a recabar los datos de los diferentes proyectos, ayuda a los equipos a hacer su labor más sencilla, enseñándoles a implementar un sistema que mejora la recolección de cifras, para que ellos mismos sepan a fin de mes dónde hay más necesidades y en qué pueden mejorar, entre otros temas.
“A mi me gustan los números, así que pensé que podía aportar más si lo unía a mis conocimientos en medicina. Ha sido interesante porque he podido simplificar la carga de trabajo de mis colegas. Además, me di cuenta de que, a través de este proceso, también puedo ayudar a más personas”, explicó.
Ella se encuentra casi todo el tiempo en un avión, viajando de un proyecto a otro. Asegura que este rol le ha permitido conocer nuevos equipos y enriquecerá su trabajo como como doctora. “Trabajar con esta organización humanitaria me ha permitido entender que hay varias respuestas a una misma pregunta. También me ha enseñado a ser más paciente y agradecida”, aseguró.