A pesar de avances importantes en la investigación y desarrollo (I+D) para la salud mundial de la última década, solo una pequeña parte de los nuevos medicamentos desarrollados entre 2000 y 2011 eran para el tratamiento de enfermedades desatendidas, evidenciando el desequilibrio fatal entre la carga mundial de enfermedades y la existencia de tratamientos para algunas de las infecciones más devastadoras del mundo. Así lo han destacado Médicos Sin Fronteras (MSF) y la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi) en un análisis que se ha presentado la semana pasada en una conferencia internacional destinada a estimular las innovaciones médicas para estas enfermedades.
En su análisis, DNDi y MSF han identificado que, entre 2000 y 2011, sólo el 3,8% de los nuevos medicamentos aprobados (excluidas las vacunas) se destinó a enfermedades tropicales, tuberculosis y otras infecciones desatendidas, enfermedades que, en su conjunto, representan el 10,5% de la carga mundial de morbilidad. Gran parte de los avances en el tratamiento de estas enfermedades olvidadas y las mejoras para los pacientes durante este tiempo se produjeron a través de reformulaciones de medicamentos y la reutilización de los fármacos ya existentes contra estas enfermedades. Sin embargo, sólo cuatro de los 336 medicamentos completamente nuevos (nuevas entidades químicas) desarrollados entre 2000 y 2011 se diseñaron para el tratamiento de enfermedades olvidadas.
«Tenemos que preguntarnos cuánto hemos progresado realmente durante la última década», afirma Unni Karunakara, presidente internacional de MSF. «La gente sigue muriendo de enfermedades arcaicas. Los profesionales sanitarios están todavía atados por las carencias de medicamentos disponibles, obligados a tratar a sus pacientes con medicamentos que tienen décadas de antigüedad y que suelen ser brutales. En estos momentos, hay pacientes resistentes a fármacos antituberculosos soportando dos años de un tratamiento absolutamente horrible; náuseas agotadoras, dolor, depresión, aislamiento social, pérdida de audición e incluso psicosis son solo algunos de los efectos secundarios que pueden padecer mientras lo toman. Nuestros pacientes están a la espera de avances científicos reales».
De acuerdo con el análisis de DNDi y MSF, tres de los cuatro nuevo medicamentos aprobados para enfermedades olvidadas en los últimos diez años fueron para la malaria; ninguno de los nuevos fármacos estaba orientado para alguna de las 17 enfermedades tropicales desatendidas (ETD) definidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni para la tuberculosis. Por otra parte, en diciembre de 2011, sólo el 1,4% de un total de cerca de 150.000 ensayos clínicos registrados estaba centrado en las enfermedades desatendidas.
La conferencia de dos días Vidas en la balanza: Innovaciones médicas para pacientes y poblaciones olvidados, organizada también por el programa de Salud Global de la Facultad de Medicina Mount Sinai, examinó los progresos y fallos de la I+D para combatir las enfermedades desatendidas en la última década – un período en el cual se ha producido un incremento de nuevas iniciativas y financiadores en I+D en enfermedades olvidadas – y se centró en particular en la necesidad de acelerar el desarrollo y traspaso de nuevas tecnologías sanitarias para combatir la enfermedad de Chagas y la tuberculosis resistente a los medicamentos (DR-TB por sus siglas en inglés). También se examinó la necesidad de contar con vacunas adaptadas al terreno para llegar a los 22,4 millones de niños que todavía no están recibiendo ni el paquete más básico de vacunación todos los años.
El simposio tuvo lugar 10 años después de que MSF organizara una importante conferencia en Nueva York para examinar la crisis en I+D en enfermedades desatendidas y sentara las bases para la creación de la DNDi en 2003. En un estudio de 2001 llevado a cabo por MSF y el Grupo de Trabajo de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, precursor de la DNDi, sólo el 1,1 % de los nuevos medicamentos aprobados entre 1975 y 1999 estaban destinados a las enfermedades olvidadas, incluidas las enfermedades tropicales desatendidas, la malaria y la tuberculosis, a pesar de que representan 12% de la carga mundial de morbilidad.
Han surgido algunos éxitos individuales a partir de la proliferación actores mundiales de I+D en la última década. Por ejemplo, las asociaciones de desarrollo de productos (PDP) fueron responsables de más del 40% de los productos para enfermedades olvidadas registrados entre 2000 y 2011, incluyendo los diagnósticos nuevos de tuberculosis y tratamientos combinados contra la malaria.
«Ha habido avances, pero para muchas enfermedades todavía necesitamos innovaciones revolucionarias», manifiesta el Bernard Pécoul, director ejecutivo de la DNDi. «Las asociaciones de desarrollo de productos e iniciativas de I+D ad hoc no pueden ser la solución a la falta sistémica de innovación. Debemos hacer que las necesidades del paciente sean la fuerza impulsora para la I+D. Esta es la única manera de construir sobre de los últimos 10 años y superar el desequilibrio fatal que aún existe entre la I+D y las necesidades de salud mundial. Los gobiernos deben establecer un marco de investigación y desarrollo para coordinar, financiar y estimular la innovación médica sostenible para los nuevos medicamentos, medios de diagnóstico y vacunas para las personas que más lo necesitan.
La conferencia tuvo lugar inmediatamente después de la reciente decisión de los gobiernos de retrasar los esfuerzos de la OMS durante 10 años para desarrollar un marco global para fortalecer el establecimiento de prioridades, coordinación y financiación de la I+D para enfermedades que afectan a millones de personas en todo el mundo. El sistema actual de I+D médica es deficiente ya que está predominantemente impulsada por intereses comerciales en lugar que por prioridades globales de salud. Esto significa que la investigación está dirigida hacia las áreas que son más rentables, dejando a las necesidades médicas fundamentales – en particular a aquellas que afectan desproporcionadamente a los países en desarrollo, como las enfermedades tropicales olvidadas o la tuberculosis – sin afrontarse.
La conferencia, que reunió a un nutrido grupo de investigadores, profesionales médicos, expertos sanitarios mundiales, políticos, especialistas en farmacia y biotecnología, donantes, activistas, defensores de los pacientes y periodistas, contó con una conferencia de Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU y un videomensaje del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim.