«Poco después de que una fuerte lluvia seguida de inundaciones destruyera gran parte de Beira, identificamos el distrito de Dondo, en la provincia de Sofala, en Mozambique, como una de las zonas más afectadas por las inundaciones. Encontramos muchas personas que necesitaban ayuda con urgencia tanto en la ciudad de Dondo como en las zonas rurales limítrofes. El viento y la lluvia habían arrancado los tejados sus casas, dejándoles sin refugio, habían perdido sus posesiones y enseres domésticos, los servicios de salud eran inexistentes y, en aquel momento, la ayuda internacional aún no había llegado.
En un primer momento, cuando se anunció la aparición de brotes de cólera en las zonas afectadas por las inundaciones, colaboramos con el Ministerio de Salud de Mozambique para establecer unidades de tratamiento del cólera en Dondo, Mafambesi y Mutua. Ayudamos a tratar más de 740 casos de cólera, lo que incluyó cinco puntos de rehidratación oral y un servicio de traslado en ambulancia, desarrollamos actividades de promoción de la salud, y brindamos apoyo a las autoridades de Mozambique para llevar a cabo una campaña de vacunación contra el cólera para prevenir nuevos casos.
Sin embargo, pronto dirigimos nuestra atención a las comunidades de Chibuabuabua, Tundane y Savane, tres zonas remotas muy afectadas por la tormenta y cuyo acceso a la atención médica era especialmente reducido. Cuando llegamos, sus habitantes ya habían comenzado a reconstruir sus hogares y sus vidas del mejor modo posible dados los escasos recursos de los que disponían. Para ayudar a prevenir las deficientes condiciones de vida que conducen a la proliferación de enfermedades, como suele suceder en este tipo de situaciones, distribuimos 7.000 kits con elementos básicos de supervivencia de los que se beneficiaron unas 30.000 personas. Dichos elementos incluyen mantas para dormir y láminas de plástico que pueden colocarse sobre estructuras de madera, a modo de techo, para proporcionar cobijo contra los elementos. Los kits también contienen artículos de higiene personal, mosquiteras para prevenir la malaria, bidones para recoger y almacenar agua y certeza, una solución de hipoclorito de sodio para desinfectar el agua y potabilizarla con el fin de atajar la propagación de enfermedades transmitidas por este elemento.
Distribución de suministros por carretera, fluvial y aérea con los medios que fueran necesarios
Chibuabuabua, Tundane y Savane abarcan una superficie total de 1.500 km2. La población de estas zonas de Dondo está muy dispersa, ya que muchas personas no viven agrupadas en aldeas. Esto complicó la labor de determinar el número de personas necesitadas. La lejanía de las zonas a las que intentábamos llegar, sumada a los daños causados por el ciclón, complicó también la distribución de los kits.
En ocasiones, nuestros equipos hicieron trayectos de tres horas en motocicleta o tractor, pero en muchas otras las carreteras eran completamente intransitables debido a las inundaciones masivas o estaban obstruidas por los árboles derribados por la tormenta. En estos casos, fue necesario usar un helicóptero para llegar a esas personas. En un momento dado de la operación de distribución, tuvimos cinco equipos que distribuyeron alrededor de 1200 kits al día por medio de tres barcos, seis tractores y cuatro camiones. Transportábamos los suministros en camión hasta la orilla del río y luego usábamos botes para llevarlos a la orilla opuesta, tan solo para quedar atrapados entre la hierba y las cañas. Cuando por fin llegábamos a la otra orilla, el acceso era a menudo tan difícil que los habitantes todavía tenían que caminar entre dos y cuatro horas para llegar a nuestros puntos de distribución y recoger los suministros. Una mujer con la que hablé en Tundane había caminado con muletas durante hora y media para recibir nuestra ayuda.
Restablecimiento de los servicios médicos para promover la salud
Mesas de parto, instrumentos médicos, vendajes y medicamentos: en todo el distrito de Dondo, las lluvias y las inundaciones estropearon o arrastraron los equipos y suministros médicos de numerosos centros de salud locales. Los fuertes vientos también causaron daños estructurales en las instalaciones médicas y derribaron parcialmente 16 centros de salud en todo el distrito, imposibilitando el correcto funcionamiento del sistema de salud.
Inmediatamente después del paso del ciclón, levantamos tiendas de campaña a las puertas de las deteriorados centros del Ministerio de Salud y les entregamos los materiales necesarios para que pudieran continuar ofreciendo atención de urgencias y servicios de maternidad. Sin embargo, y debido a que muchas personas residen lejos de los centros de salud, en este momento estamos colaborando con el Ministerio de Salud para poner en marcha clínicas móviles en 20 puntos remotos de Chibuabuabua, Tundane y Savane. Esto nos permite llegar a comunidades aisladas que de otro modo tendrían un acceso muy reducido a la atención médica. Nuestra atención se dirige sobre todo al paludismo, la diarrea y las infecciones respiratorias, las tres afecciones observadas con mayor frecuencia, así como a las vacunas destinadas a prevenir brotes de enfermedades contagiosas, como el sarampión.
Para ayudar a que el sistema de salud vuelva a la normalidad y restablecer unos servicios adecuados a largo plazo, en la actualidad estamos reconstruyendo el tejado de tres centros de salud de Chibuabuabua, Tundane y Savane y trabajamos para garantizar que los centros dispongan de abastecimiento de agua y de instalaciones sanitarias y de control de infecciones.
Nuevos retos a la vista
Los habitantes de las zonas rurales de Dondo dependen de la agricultura para su subsistencia, pero cuando el ciclón devastó la región acabó con las reservas de alimentos y los cultivos, que estaban a punto de ser cosechados. En Chibuabuabua, algunas zonas de cultivo aún están totalmente inundadas y los campos de maíz han sido completamente arrasados.
Antes del ciclón, los habitantes ya tenían dificultades para acceder a los alimentos en algunos momentos. Ahora que no queda ningún cultivo, ya sea para su propio consumo o para vender en los mercados, y no pueden cultivar nuevas cosechas, la inseguridad alimentaria puede llegar a ser un problema grave. Hasta el momento no hemos observado un grado de desnutrición alarmante, pero es posible que surjan más casos a medida que pasen los meses y los recursos escaseen aún más.
Lo que sí hemos observado, sin embargo, es una elevada tasa de desnutrición crónica resultante del VIH. Aunque todavía estamos evaluando los problemas que el ciclón ha causado a los pacientes afectados por el virus, sabemos que muchos de ellos se han visto privados de su medicación o no han podido regresar a los centros de salud desde las inundaciones. Esto supone la interrupción de su tratamiento habitual, de vital importancia. Dado que entre el 11 y el 15% de los habitantes de Mozambique está infectado por el VIH, esto puede afectar a muchas personas.
También nos preocupa la malaria, la mayor causa de mortalidad en Mozambique. La temporada de malaria se encuentra ya en su punto álgido, y a menos que los vientos hayan arrastrado consigo a los mosquitos, las grandes superficies de agua estancada creadas por las inundaciones serán un caldo de cultivo perfecto para estos insectos. Si los mosquitos proliferan, es posible que comencemos a observar un aumento del porcentaje de contagios de malaria.
Los habitantes de Dondo intentan reconstruir sus vidas y el gobierno hace lo posible por restablecer los servicios, pero no es tarea fácil y aún existe la posibilidad de que surjan otras necesidades sanitarias. Después de todo lo que ha sufrido, la población sigue siendo sumamente vulnerable y tanto ellos como la infraestructura sanitaria que les brinda atención van a necesitar ayuda durante mucho tiempo».