En la víspera de la cumbre de la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización presidida por Ban Ki-Moon, Bill Gates y el Jeque General y Príncipe de Abu Dhabi Mohamed bin Zayed Al Nahyan, la organización médico-humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) ha advertido de que los elevados precios de las nuevas vacunas podría sumir a los países en desarrollo en una situación precaria al no poder permitirse vacunar a su población infantil en un futuro.
Se requiere una acción urgente para abordar el problema que suponen los precios prohibitivos que supone vacunar a un niño, que han subido un 2.700 por ciento en los últimos diez años, afirma el Dr. Manica Balasegaram, Director Ejecutivo de la Campaña de MSF para el Acceso a Medicamentos Esenciales (CAME). Los países en los que trabajamos pronto perderán el apoyo que reciben de sus donantes para pagar las vacunas que necesitan, y tendrán que decidir qué vacunas pueden y no pueden permitirse para proteger a su población infantil contra enfermedades potencialmente mortales.
La Década de las Vacunas, la iniciativa mundial para los próximos diez años, se estima que tiene un coste de unos 43 mil millones de euros, con más de la mitad destinados a pagar las vacunas. En 2001, vacunar a un niño contra seis enfermedades costaba 1,05 euros. Con 11 vacunas incluidas en el paquete de inmunización actual, el precio total ha aumentado a 29,79 euros, en gran parte porque se han añadido dos nuevas vacunas muy caras contra la enfermedad neumocócica y el rotavirus, que representan las tres cuartas partes del coste. Éstas las producen solamente Pfizer, GlaxoSmithKline (GSK), y Merck. Las vacunas más nuevas son considerablemente más caras: vacunar a un niño contra el sarampión cuesta 0,19 euros, mientras que proteger a un niño contra las enfermedades neumocócicas cuesta en el mejor de los casos 16 euros.
MSF vacuna a millones de personas cada año y apoya plenamente la introducción de nuevas vacunas en los países en desarrollo. Pero las negociaciones entre compañías y la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización (GAVI), financiada mayoritariamente con los impuestos de los contribuyentes, no han conseguido reducciones importantes de precios en las vacunas más nuevas, lo cual aseguraría que un mayor número de niños pudiera beneficiarse de éstas. La raíz del problema está en la falta de transparencia por parte de las compañías sobre los costes de fabricación de las vacunas y su interés en los beneficios por encima de asegurar precios sostenibles para las vacunas destinadas a países con ingresos bajos.
Hace poco la GAVI ha anunciado un nuevo acuerdo para reducir el precio de la vacuna pentavalente. Éste es un excelente ejemplo sobre lo que la GAVI puede conseguir, especialmente cuando existen múltiples fabricantes de vacunas en una competencia de mercado saludable. La GAVI debería priorizar con urgencia más negociaciones para las dos vacunas más nuevas y más caras y las compañías farmacéuticas deberían sentarse a la mesa de negociaciones y ofertar a la GAVI algo mejor.
Cuando el punto de partida son los precios inflados que fijan los países ricos, incluso el hecho de una reducción del 90 por ciento supone pagar un precio demasiado alto que los países pobres no puedan permitirse durante un tiempo muy prolongado, explica Kate Elder, Asesora de Políticas Vacunales de la CAME. La meta aquí es conseguir vacunar a más niños con el dinero de los contribuyentes. Para ello, necesitamos ver precios no tan distantes del coste de producción. La GAVI debería hacer más para agilizar la entrada de fabricantes con precios más bajos, para que la competencia real pueda reducir precios. Esto es especialmente importante para las vacunas más rápidas que son irrazonablemente caros.
A MSF también le preocupa el hecho de que las organizaciones no gubernamentales y lo actores humanitarios queden excluidos del acceso a los descuentos de precios negociados de la GAVI. MSF suele estar en situación de vacunar a grupos vulnerables, como niños refugiados, niños VIH positivos y niños sin vacunar que superan la franja de edad contemplada por los programas de vacunación estándar. Sin embargo, MSF no ha podido tener un acceso sistemático a los precios más bajos negociados por la GAVI, teniendo que recurrir a largas negociaciones con Pfizer y GSK estos últimos cuatro años para acceder a la vacuna neumocócica. Aunque las compañías han ofrecido donaciones a MSF, esto no es una solución sostenible a largo plazo para la organización que trabaja para responder de inmediato a las necesidades en el terreno y desea expandir la vacunación a grupos vulnerables en un número de países cada vez mayor.
Pedimos a la GAVI que las vacunas de precios reducidos estén al alcance de los actores humanitarios, y ya que estos suelen estar mejor situados para inmunizar a las poblaciones en situación de crisis, concluye al Dr. Balasegaram.