En sus 45 años de historia, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha utilizado su presencia en el terreno y su proximidad a los pacientes para dar testimonio y atraer la atención del mundo hacia la difícil situación de las poblaciones afectadas por enfermedades, desastres naturales y conflictos.
El modus operandi predeterminado de MSF es proporcionar atención médica y ayuda humanitaria directamente a través de su propio personal, sin intermediarios. También evita la utilización de intermediarios para recoger datos médicos y compartir testimonios de los pacientes y equipos.
En contextos excepcionales, como Chechenia o Somalia en el pasado y ahora Siria, cuando el personal de MSF no puede acceder a una zona por motivos de seguridad o porque se deniega el acceso, pero las necesidades médicas son enormes y acuciantes, la organización ha puesto en marcha proyectos de «apoyo» con organizaciones o individuos de confianza, en colaboración con asociaciones médicas locales y grupos de socorro. En la práctica, esto significa el envío de medicamentos y material médico y la prestación de asistencia remota y asesoría médica especializada a través de telecomunicaciones.
En Siria, MSF se ha enfrentado a una situación excepcional en muchas áreas, con un gran número de personas atrapadas en zonas sitiadas, y sin la posibilidad de tener equipos sobre el terreno durante largos períodos de tiempo. Existen algunas excepciones, en las que MSF actúa en instalaciones médicas en zonas controladas por la oposición con personal local propio.
En muchas ocasiones durante los últimos seis años, los equipos de MSF que han gestionado los programas de apoyo en Siria han recibido información sobre falta crítica de acceso a atención sanitaria, hambre, ataques a hospitales, asesinato de sanitarios o incluso la utilización de armas químicas. El nivel extremo de violencia y su fuerte impacto sobre el pueblo sirio ha llevado a que MSF, en algunos casos, se pronunciara basándose en datos médicos y testimonios que recibía de organizaciones médicas asociadas.
Estos datos pueden ser a menudo erráticos y carecer de coherencia, y los testimonios son difíciles de verificar en zonas sitiadas, donde las fuentes alternativas de información son muy limitadas. En la medida de lo posible, la información se comprueba tan pronto como es posible y se triangula. La organización se asegura de que solo proviene de individuos o grupos con los que ha colaborado en una relación de confianza y a menudo diaria, durante meses o años.
A través de la información obtenida de esta manera, pese a que a veces es imperfecta o confusa, pudimos percatarnos del inmenso sufrimiento de las personas atrapadas en el conflicto sirio. Cuando esta información demostró que había necesidades médicas extremas en un entorno en el que la protección del acto médico, los pacientes a los que apoyamos y los principios humanitarios que defendemos eran descaradamente ignorados por las partes en conflicto, MSF a veces optó por la vía de la comunicación.
Comunicar de esta manera, en un conflicto en el que la ayuda humanitaria ha sido manipulada por las partes en conflicto bajo la lógica del ‘con nosotros o contra nosotros’, constituye un complejo dilema. A pesar de todo, optamos por hacerlo cuando las consecuencias médicas de la violencia, según fueron comunicadas a MSF, demostraron que existía un sufrimiento extremo, o cuando el personal médico y las instalaciones fueron directamente atacados.
Conocer es poder. Incluso los datos médicos más inocuos son susceptibles de ser objeto de abuso por las partes en conflicto para alcanzar sus respectivos objetivos políticos o militares. Y a menudo la historia que MSF tiene que contar está lejos de ser trivial.
A pesar de que estas comunicaciones nunca se llevaron a cabo sin tener en cuenta, ante todo, las consecuencias sobre la población que MSF trata de apoyar, la veracidad de estas declaraciones ha sido cuestionada por las partes en conflicto, que aprovecharon para conseguir réditos políticos frente a sus adversarios. Una vez que nuestras declaraciones son públicas, la forma en que las utilizan otros actores está fuera del control de MSF.
Las decisiones relativas a la recopilación de datos o de testimonios, la manera en que se obtiene la información y los protocolos de control de calidad para disponer la información en conjunto son complejos, únicos en cada caso y no siempre dentro del control de MSF tampoco. Con un control limitado sobre el flujo de información que llega, y ningún control sobre cómo se utiliza, se amplifican los riesgos de manipulación. La guerra de propaganda en torno a la crisis de Siria no tiene límites. No solo implica a los actores locales, sino a las poderosas potencias mundiales con fuertes intereses. Las posiciones se polarizan y enfrentan, y cualquier información puede ser potencialmente utilizada por todas las partes para demonizar a sus oponentes.
El riesgo de manipulación y el sesgo también existen cuando los equipos de MSF están directamente en el terreno. Sin embargo, en estos casos podemos asumir plena responsabilidad en nuestro intento de utilizar datos e historias que reflejen la realidad de nuestras operaciones y tener más control sobre los mismos, de manera que podamos asegurar que no resulten perjudicados por la agenda política o militar de terceros. Cuando los datos médicos y los testimonios no son nuestros, es más difícil garantizarlo.
El deseo de MSF de estar cerca de sus pacientes sigue siendo el núcleo de su modelo operativo, pero el objetivo último es ayudar a las personas en necesidad extrema. Pronunciarse sobre la base de información externa, pero de confianza, es a veces la única manera de hacerlo. El uso de esta información supone una gran responsabilidad y la organización siempre debería indicar claramente de dónde proviene y cómo ha sido verificada.