Ser mujer incide al momento de realizar mi trabajo en que, a lo largo de tu vida, experimentas o eres testigo de algunos de los tipos de violencia que caen sobre la mujer. Alguien decía que, en la mujer, se resumen todos los tipos de violencia, y creo que esto es una realidad evidente.
El ser consciente de ello me ha llevado a asumir una responsabilidad de construir esta cotidaneidad y de buscar maneras para mitigar las violencias que nos atañen y buscar espacios de encuentro.
También he tenido que enfrentar prejuicios por el hecho de ser mujer, algunos sutiles y otros mucho más explícitos. Recuerdo un evento específico en que un compañero de trabajo intentó validar mi aporte a una discusión sobre obstáculos que estábamos enfrentando como equipo al decir «Qué bueno ese aporte, es porque tú piensas como un hombre«. Esa es una manera de invisibilizar la capacidad de la mujer y llevarla al plano masculino cuando el aporte es significativo. Creo que esto nos toca a todas y nos invisibiliza a todas.
Ser una mujer líder dentro Médicos Sin Fronteras significa una gran responsabilidad, más aun dentro del área de la salud mental. La salud mental, dentro de MSF, es un eje transversal que busca sensibilizar y generar conciencia sobre la necesidad de adecuar espacios, infraestructuras y acciones a las necesidades de nuestras y nuestros pacientes.
Ser líder es una forma de sensibilizar, promover la igualdad y de reconocer aquello que nos hace distintas y distintos y que puede sumar a los procesos que llevamos a cabo. Es también la responsabilidad de intentar abrir caminos para las nuevas generaciones de mujeres que se suman a la organización.