La nutrición, la disponibilidad de agua potable y la subsistencia siguen constituyendo preocupaciones clave, especialmente en algunas zonas de más difícil acceso. La población del Delta, sin embargo, ha demostrado una gran capacidad de recuperación.
Han pasado seis meses desde que el ciclón Nargis devastó el Delta del Irrawaddy en Myanmar, dejando unos 130.000 muertos o desparecidos y afectando a la región en gran medida. Las cicatrices siguen siendo evidentes hoy, incluso en la mente de los supervivientes y en su situación de continua vulnerabilidad. La nutrición, la disponibilidad de agua potable y la subsistencia siguen constituyendo preocupaciones clave, especialmente en algunas zonas de más difícil acceso.
La población del Delta, sin embargo, ha demostrado una gran capacidad de recuperación y los signos de mejora son visibles. Las organizaciones no gubernamentales internacionales han estado trabajando junto a las autoridades gubernamentales, sensibilizando sobre la situación y prestando un apoyo esencial para ayudar a la recuperación de los damnificados. Por ello, Médicos Sin Fronteras (MSF) está ahora preparada para traspasar muchos de sus programas a otros actores, mientras continúa trabajando en algunas zonas que han recibido una menor asistencia. Por otro lado, en otras partes del país seguimos combatiendo necesidades crónicas y urgentes en materia de salud, agravadas por una falta de inversión tanto por parte del gobierno como de la comunidad internacional. El VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria siguen costando la vida a miles de personas cada año, sin que ello llegue a ser noticia de primera página.
Un símbolo de esperanza para el Delta del Irrawaddy
MSF empezó su intervención de emergencia sólo unas horas después de que el ciclón asolase Yangon y proporcionó asistencia en la ciudad y en el Delta a las 48 de haberse producido la catástrofe. Desde entonces, unos 750 trabajadores en rotación han asistido a más de 550.000 personas dando respuesta a sus necesidades más apremiantes; proporcionado alimentos, abrigo, agua, atención sanitaria, apoyo psicosocial y artículos no comestibles de primera necesidad. Desde el principio trabajamos junto a las comunidades aportando ayuda de emergencia allí donde más se necesita. Nuestro primer equipo encontró cuatro personas de diferentes aldeas con motocicletas que sin pensarlo se prestaron a ayudar negándose en rotundo a cobrar nada. Juntos consiguieron repartir alimentos a numerosos lugares, explica el coordinador general de MSF Frank Smithuis. Seis meses más tarde la vida para muchas personas del Delta parece ir mejorando poco a poco. Los habitantes de las aldeas han estado reconstruyendo sus hogares y trabajando sus arrozales. La salud de los supervivientes es parecida a la de la demás población rural en Myanmar y hasta la fecha nuestros equipos médicos no han visto ni los temidos brotes epidémicos ni un incremento de la desnutrición.
Ver a la gente activa es una buena señal, explica la responsable de salud mental Ruth, inicialmente la gente no podía trabajar, estaba demasiado traumatizada. Pero los síntomas del trauma como el insomnio y los flashbacks ahora están disminuyendo. El programa psicosocial de MSF ha pretendido ayudar a más de 21.300 personas a saber sobrellevar la experiencia a través del asesoramiento individual y en grupo, trabajo comunitario y educación sobre salud mental. La gente todavía está preocupada, añade Ruth, pero por cosas prácticas como el agua, la subsistencia y la próxima cosecha. MSF reparó muchos pozos y estanques de agua, pero la estación de lluvias está ahora llegando a su fin y a la gente le preocupa tener suficiente agua potable para poder subsistir durante la estación seca. Asimismo, la gente teme que la próxima cosecha no baste, porque se plantó demasiado tarde y el ciclón acabó con la vida de muchos de los búfalos de agua que solían utilizarse en los campos.
SIDA y otras enfermedades
Hemos conseguido responder a las necesidades más acuciantes de la gente del Delta, explica la coordinadora de proyectos de MSF, Emily Bell, Lo que ahora necesita es un apoyo constante para su recuperación a largo plazo, puesto que ahora es más vulnerable que nunca. Por suerte, ahora hay muchas ONGs presentes, lo que permite a MSF traspasar la mayoría de nuestros programas. No obstante, el apoyo adecuado sigue siendo limitado en algunas de las zonas de más difícil acceso, particularmente en el sur de la municipalidad de Bogaley. En estos lugares, seguiremos dispensando asistencia a corto plazo, mientras animamos a otros actores a que incrementen su apoyo. La lucha para conseguir un nivel adecuado de asistencia para los más vulnerables en Myanmar es aplicable a todo el país. MSF sigue ocupándose de cuestiones sanitarias críticas en todo Myanmar. Enfermedades como el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria causan un gran sufrimiento a innumerables personas y los proveedores de salud no aportan la asistencia necesaria, afirma Emily.