Al romper el alba, el asesor de MSF Aung Hein Maw empieza su jornada. Cada día, Maw recorre varias aldeas en los distritos de Dawei y de Myeik al sur de Myanmar. La niebla matinal apenas si permite distinguir las siluetas de las palmeras y de las mujeres que trabajan en los arrozales. Mientras el conductor del coche intenta evitar los baches, Maw repasa la lista de personas que tiene que visitar. La mayoría de ellos son pacientes que han dejado el tratamiento o que fueron diagnosticados con VIH o con la coinfección por VIH y TB en la clínica, que no acudieron a su cita con el médico o que tienen problemas para seguir el tratamiento. La TB es la infección oportunista más frecuente y la principal causa de muerte en personas con VIH.
Cuando los pacientes inician el tratamiento de la TB, tienen que acudir por lo menos una vez al mes a la clínica para que se les haga un control de su evolución. Sin embargo, no siempre vuelven. Vamos a buscarles a sus aldeas para ofrecerles apoyo adicional y ayudarles así a que acudan a su cita. Después hacemos su seguimiento y nos aseguramos de que toman su medicación correctamente, explica Maw, pero también visitamos a pacientes cuando se encuentran en un punto crítico del tratamiento o cuando sufren efectos secundarios y necesitan más apoyo.
Ayudar a los pacientes a seguir el tratamiento
Tratar la coinfección de TB y VIH en poblaciones móviles supone un reto. En Dawei, donde hay muchos trabajadores migrantes, MSF gestiona una clínica de VIH. Los asesores móviles juegan un papel clave a la hora de ayudar a los pacientes a seguir correctamente el tratamiento, lo cual es decisivo para su recuperación. Actualmente, hay cuatro asesores trabajando en las aldeas de Dawei y en el distrito vecino de Myeik, donde juntos hacen el seguimiento de unos 300 pacientes.
El viaje en coche de la clínica de Dawei a estas aldeas puede durar varias horas y la carretera no es buena. La distancia es uno de los motivos por los que los pacientes muchas veces no acuden a su cita en la clínica. MSF cubre el coste del transporte cuando los pacientes no pueden pagarlo de su bolsillo, pero en la mayoría de los casos hay otras razones por las que interrumpen el tratamiento.
A veces no entienden bien la enfermedad que padecen o cómo tomar la medicación, otras veces tienen que trabajar y les cuesta acudir a su cita. Hemos tenido casos de personas que se niegan a aceptar su enfermedad o que tienen miedo de la discriminación que esta supone. Otras veces puede deberse a los efectos secundarios que provocan los fármacos, explica Maw.
Desconocimiento del VIH/sida y la TB
La población es pobre y está compuesta principalmente por pescadores y jornaleros que trabajan en los arrozales o las plantaciones de caucho. Y la mayoría de ellos desconocen qué es el VIH/sida y la TB.
El primer paciente de Maw, al que nos referiremos como S, es un hombre de unos 50 años. Sentados en el suelo de su casa de madera tradicional, hablan sobre cómo va el tratamiento y Maw cuenta las píldoras que quedan para asegurarse de que S ha tomado las que debía.
Cuando S contrajo la TB, permaneció en cama durante los primeros tres meses de tratamiento. Aunque hoy su salud ha mejorado, no ha podido volver a trabajar en el barco pesquero donde solía hacerlo, y son su hija y su hijo que trabajan en Tailandia quienes le mantienen. Cuando enfermé, fui a una clínica privada y nos gastamos todos nuestros ahorros para poder pagar las tarifas. Así que es muy importante para mí estar recibiendo tratamiento gratuito, afirma S.
Una de las razones más frecuentes por las que los pacienten abandonan el tratamiento es porque después de un tiempo se encuentran mejor y piensan que están curados, explica Maw. Enseguida vuelven a trabajar y dejan de acudir a la clínica. Les tenemos que explicar que esto es muy peligroso y que les puede llevar a contraer una forma más grave de la enfermedad, la TB resistente a los medicamentos, que requiere un tratamiento de por lo menos ocho meses.
El mayor proveedor de tratamiento antirretroviral
Se estima que la tasa de prevalencia de VIH en Myanmar asciende a más del 1% y que el país tiene una de las tasas más altas de coinfección de VIH y TB del sureste asiático. De las 250.000 personas VIH-positivas que se calcula que hay en el país, solo unas pocas pueden acceder al tratamiento antirretroviral (ARV) que proporciona el Ministerio de Salud. MSF actualmente es el mayor proveedor de medicación ARV de Myanmar, con más de 18.000 pacientes en tratamiento.
Aunque MSF se centra en dispensar atención médica directa a personas con VIH/sida, también ofrece educación para la salud y ayuda a prevenir la transmisión del VIH a través de asesoramiento y análisis voluntarios, y de programas de prevención de la transmisión de madres a hijos. La organización también ofrece tratamiento de enfermedades de transmisión sexual y apoyo psicosocial a los pacientes.
Asimismo, MSF ofrece asistencia técnica y formación en atención de VIH/sida en hospitales, clínicas y domicilios. Los programas se llevan a cabo en colaboración con ONUSIDA, la Organización Mundial de la Salud, el Programa Nacional de Lucha contra el Sida, el Programa Nacional de Lucha contra la TB y el Laboratorio Nacional de Salud de Myanmar.