Las barreras del idioma
Durante la mayor parte de mi estancia en Nigeria, he trabajado como jefa de alcance comunitario para un proyecto de atención a sobrevivientes de violencia sexual que Médicos Sin Frontears (MSF) gestiona en la ciudad sureña de Port Harcourt; en el estado de Rivers, conocido por su diversidad de idiomas y cultura.
Nuestro coordinador de logística era originario del norte de Níger y podía comunicarse con grupos de hablantes de la lengua hausa y explicarles sobre nuestros servicios médicos. Sin embargo, el lenguaje más común es el inglés Pidgin, así que teniendo esto en cuenta decidimos implementar una campaña de sensibilización en una radio muy popular que transmite en lenguaje pidgin. La campaña informaba en ese idioma sobre los servicios que ofrece MSF y fue todo un éxito. Aun así, al hablar con el equipo de alcance comunitario, me enteré de que hay partes de la ciudad donde la gente habla un dialecto diferente, por lo que no necesariamente entienden todo lo que decimos ni lo que dicen nuestras campañas.
El lenguaje, claramente, tiene sus limitaciones. No puedo entender a mis colegas franceses cuando hablan demasiado rápido. Algunos grupos de nigerianos no entienden un dialecto más moderno de Pidgin. Y por supuesto, la comprensión de palabras particulares puede variar entre las personas incluso dentro de la misma lengua.
Usando las «palabras correctas»
Sin duda, las palabras y sus significados son fundamentales cuando se habla de violencia sexual. Desde mi experiencia en Port Harcourt y de mi trabajo previo en el proyecto de atención a sobrevivientes de violencia sexual de MSF en la ciudad de Rustenburg en Sudáfrica, sé que hay muchos factores que vuelven difícil o imposible que las personas busquen atención médica después de haber sufrido una violación.
La palabra «violación» en sí misma podría ser una. El equipo es sensible a esto cuando habla con grupos de personas en un mercado, escuela o iglesia. ¿Qué pasa si alguien define la violación de manera diferente a como lo define MSF?
Mientras estaba en Port Harcourt, alguien me dijo: «es muy raro que un adulto sea violado». Para poder violar a un adulto, dijo, habría que usar «fuerza», «pistolas» u «objetos punzantes». Si la experiencia de alguien no se ajusta a esa categoría de agresión, ¿cómo pueden saber que está en condiciones de buscar ayuda?
Incluso si usamos las «palabras correctas» al concientizar a la población, ¿cuántas palabras puede captar una persona? ¿Cuánto es demasiado? ¿Cuánto se sabe ya? ¿Cuánto quieren saber?
Mensajes accesibles
En el proyecto de Port Harcourt, trabajamos para simplificar lo que decimos con la esperanza de que las personas retengan la mayor cantidad de información posible. Para esto incluimos información básica sobre los servicios médicos y psicológicos, y sobre
cómo el acudir a la atención lo antes posible (dentro de las primeras 72 horas después de una violación) te permite acceder a medicamentos para prevenir el VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Debido a que trabajo en este campo y participo en estas discusiones regularmente, para mí, hablar de violencia sexual se vuelve normal. Pero no lo es para la mayoría de las personas y debemos ser conscientes de esto. Lo que nuestros equipos saben sobre la violencia sexual es resultado de muchas cosas, incluyendo la capacitación y la educación formal. Por lo tanto, es primordial reflexionar sobre esto en las discusiones de equipo al planificar nuestro enfoque.
Pero, ¿cuáles son las palabras correctas para usar cuando se habla de violencia sexual? ¿Existen si quiera palabras correctas?
¿Víctima o sobreviviente? ¿Violencia de género o violencia sexual? ¿Agresión o abuso?
Tal vez la forma en que decimos las cosas es más importante que las palabras que usamos, o tal vez es una mezcla de ambos. E incluso si logramos comunicarnos bien, recordar o retener información no siempre lleva a la acción.
Al pensar en todas las barreras que pueden existir para que alguien acceda a la atención después de la violencia sexual, queda claro que el conocimiento de los servicios disponibles por sí solo no siempre es suficiente. Estas son continuas preguntas que nos hacemos en Port Harcourt y se repiten en muchos proyectos de MSF.
Hablando sobre las fístulas
Más cerca de la frontera con Níger, en el norte, comencé a trabajar en Jahun, en el estado de Jigawa donde predomina el idioma hausa. Ahí, MSF gestiona un gran proyecto de maternidad para atender partos complicados y de emergencia (CEmONC, Atención obstétrica y neonatal integral de emergencia) y brinda servicios de cirugía y apoyo a las mujeres afectadas por fístula obstétrica.
A menudo causada por un parto muy largo y difícil, una fístula es un orificio entre la vejiga y la vagina o la vejiga y el recto. Produce una fuga continua de orina o heces; y es posible que se necesiten varias operaciones para curarla. Aquí en Jahun, mi labor consiste en evaluar la promoción de la salud que se realiza del proyecto de atención a casos de fístula y cómo mejorarla.
Llegué unos días antes de la decimotercera ceremonia de alta definitiva de pacientes en el pabellón de atención a casos de fístula, donde se celebró a 120 pacientes que ya pueden regresar a casa con sus familias.
Los representantes de MSF enfatizaron que una mujer en trabajo de parto nunca debería «ver el amanecer dos veces», y debería ser enviada a un hospital lo más pronto posible ya que un parto obstruido es lo que causa la fístula. Geert, el médico de MSF que visitó Jahun para realizar cirugías de fístulas en varias ocasiones, le dijo a la multitud: «La fístula es 100% prevenible».
Después de haberlo visto realizar una cirugía de fístula, fue bueno y devastador escucharlo. Ese simple mensaje, «una mujer en trabajo de parto nunca debería ver el amanecer dos veces», seguramente no son demasiadas palabras…
«Lo que importa es el enfoque»
Al llevar a cabo mi evaluación, he pasado tiempo con una consejera dinámica y compasiva de MSF, Bilkisu, que ha asistido a las 13 ceremonias de alta definitiva. Explicó que la traducción en hausa para la fístula es «yoyanfisari» – «yoyo» que significa «fugas» y «fisari» que significa «orina». En su trabajo, ha aprendido cómo algunas mujeres creen que la yoyanfisari es causada por espíritus malignos.
Para abordar esta creencia, Bilkisu imparte regularmente sesiones educativas de salud a mujeres y sus familiares sobre cómo se produce la fístula y ejercicios de terapia ocupacional para ayudar a la recuperación.
Rápidamente descubre lo que las mujeres ya saben y evalúa cuánta información compartir con ellas, resaltando que «lo importante es el enfoque». Algunas pacientes que se recuperan y salen de la instalación actúan como embajadores de la fístula dentro de su comunidad, enviando a otras mujeres con casos fístula a MSF. Sin embargo, hay otras pacientes que han aprendido sobre la importancia de tener el parto en el hospital, generalmente por cesárea, y aun así dan a luz en sus hogares sin la atención médica profesional que requieren.
Bilkisu reconoce la complejidad en torno a estas decisiones. La decisión final sobre lo que implica una atención adecuada puede estar determinada por muchos factores, además de haber escuchado las palabras correctas.