MSF se encuentra realizando una intervención de emergencia por un brote de dengue en Tegucigalpa, la capital de Honduras. Para comprender mejor las causas y los factores implicados en la enfermedad, entrevistamos a Lucia Brum, Referente Técnica de MSF para enfermedades emergentes.
Ante estos nuevos brotes epidémicos de dengue, ¿faltan medios para prevenir la enfermedad?
La lucha contra el dengue se debe llevar a cabo por medio de una estrategia integral, explícitamente interrelacionada, que incluya la vigilancia epidemiológica y entomológica, la educación comunitaria, el saneamiento ambiental, el control vectorial (es decir, el control del mosquito transmisor de la enfermedad) y el tratamiento médico. Por lo tanto, el problema no es la falta de recursos económicos, sino que, por la forma en que se llevan adelante los programas públicos de salud en la mayoría de nuestros países latinoamericanos, no existe un abordaje integral de la enfermedad. Muchas veces se llevan a cabo determinadas actividades, pero no hay continuidad, o no se encaran todos los ejes.
A esto se le suman determinados factores socio-económicos, como la falta de saneamiento y las dificultades en el abastecimiento de agua. En el caso de Honduras, por ejemplo, en las zonas en las que están interviniendo los equipos de MSF, los vecinos reciben agua solamente cada quince días, lo que hace necesario el almacenamiento, con el consiguiente peligro de que se generen focos de transmisión, ya que el principal vector el mosquito Aedes aegypti se cría en agua estancada. Como en la basura también se puede almacenar agua, la ausencia de recolecciones periódicas de los deshechos en ciertas zonas también puede ser un problema.
¿Cómo debe encararse la lucha contra el dengue?
El dengue debe combatirse todos los días; nunca hay que bajar la guardia. Si bien en los momentos en los que se registran brotes hay mucha atención de los medios de comunicación, porque por lo general éstos son de gran magnitud, existen, como mencionaba anteriormente, todo un conjunto de acciones que deben tomarse todo el año, primero para prevenir, y luego para contener la epidemia.
Con el dengue se baja mucho la guardia porque, a diferencia de otras enfermedades que tienden a darse de forma estable a lo largo del año, hay picos epidémicos, generalmente coincidentes con los períodos más calurosos y de más lluvias, usualmente durante el segundo semestre del año en los países latinoamericanos.
Durante una epidemia, muchas veces los representantes de los gobiernos y las poblaciones tienden a echarse la culpa mutuamente de lo que está sucediendo. En realidad, la prevención del dengue depende de ambas partes. Por un lado, depende del Estado como promotor de la educación comunitaria, que pueda incentivar y dar oportunidad de aprender las medidas de prevención a las poblaciones. Por el otro lado, está en las poblaciones trabajar estas orientaciones y desarrollar una prevención activa. Sin participación comunitaria, y en tanto no haya una vacuna eficaz, el dengue jamás se podrá erradicar.
¿Se puede prevenir la transmisión, se está trabajando en una vacuna o medicamento específico contra el dengue?
Hasta el día de hoy, la única forma de prevenir el dengue es a través del control vectorial, es decir, combatiendo al mosquito transmisor de la enfermedad. A nivel médico, la mayoría de los casos son tratados de forma sintomática y ambulatoria (sin necesidad de internar al paciente): el personal sanitario sólo puede aliviar los síntomas y tratar de evitar las complicaciones, pero no existe un tratamiento etiológico, es decir, drogas antivirales específicas para el dengue.
Hace veintiséis años la Organización Mundial de la Salud creó un comité para el desarrollo de vacunas contra el dengue, con el objetivo de estimular la participación de varios laboratorios e institutos de investigación. Pero, a pesar de todos los esfuerzos de los distintos grupos involucrados, no existe todavía una vacuna disponible en el mercado.
La falta de una vacuna en este momento responde a varios factores, pero la principal limitación esta dada por la existencia de cuatro tipos diferentes de virus dengue (serotipos 1, 2, 3 y 4), por lo que para ser eficaz, la vacuna debe inhibir los cuatro serotipos simultáneamente.
El incremento estimado para los próximos años, no sólo en la magnitud y gravedad de las epidemias, sino también en el número de países afectados, unido a los problemas para el control vectorial que dificultan la eliminación del dengue, han hecho urgente la necesidad de contar con una vacuna segura y efectiva contra el virus dengue. Se prevee que en aproximadamente cinco años pueda haber una vacuna disponible.
¿Por qué se ha dado un aumento tan fuerte de casos en Honduras en este momento?
La emergencia mundial del dengue como principal enfermedad viral transmitida por mosquitos, está estrechamente relacionada a los problemas de la sociedad moderna en los países menos desarrollados: explosión demográfica, urbanización no planificada, deterioro de los programas de salud pública, y la polución del medio ambiente con plástico y neumáticos que sirven de criaderos para los mosquitos. Además, la globalización ha jugado un rol, posibilitando el desplazamiento de enfermos, vectores y serotipos virales a zonas donde antes no había caso de dengue, mientras que el calentamiento global también ha contribuido a ampliar las fronteras vectoriales.
El caso de Honduras es parte de una tendencia mundial: en América Latina, Asia, África y Oceanía en los últimos años, las epidemias de dengue han ido en aumento, con más casos de de fiebre por dengue (dengue clásico) pero también con mayor incidencia de casos graves, tanto de dengue hemorrágico como de síndrome del choque por dengue. Estas dos últimas son las formas más temidas de la enfermedad, ya que requieren atención hospitalaria por la potencial amenaza a la vida. Ambas son el objetivo de la atención médica prestada por MSF a los niños en la sala pediátrica del Hospital San Felipe de Tegucigalpa, por ser el grupo etario que concentra más del 70% de todas las muertes reportadas.
¿Cómo impactan estos brotes de dengue en los países afectados?
La carga principal que impone el dengue a los países afectados reside en el enorme número de hospitalizaciones y de días de enfermedad. El cuidado eficaz de los pacientes durante las epidemias es cualitativamente diferente del que se necesita para la atención individual. El cuidado de un elevado número de casos de dengue exige médicos y personal de enfermería entrenados, criterios rápidos de clasificación de riesgo de los pacientes, camas y materiales, así como equipo y guías de tratamiento y aislamiento. El aislamiento no solo se refiere a las precauciones habituales para la manipulación de la sangre y de otros líquidos corporales, sino también al uso de mosquiteros. Si en el hospital hay mosquitos Aedes se debe evitar que piquen a los pacientes con viremia (virus circulando en la sangre que coincide con el período febril) y transmitan la infección en la comunidad potencializando el brote.
Además se generan gastos indirectos que no se suelen tomar en cuenta pero que tienen gran impacto económico. Por un lado, están los días de trabajo perdidos por parte de la población afectada: debido al gran malestar que genera, un paciente tiene un promedio de 10 días de reposo antes de recuperarse, por algo en muchos lugares se conoce coloquialmente al dengue como la fiebre quebrantahuesos. Por otro lado, estas nuevas epidemias desbordan las capacidades de los hospitales y los sistemas de salud no dan abasto, por lo que necesariamente se complica el manejo y el flujo de pacientes con otras enfermedades que pueden darse al mismo tiempo.
Es por lo tanto muy importante desarrollar estrategias integrales para combatir la enfermedad, como señalaba al comienzo. Con buenas orientaciones, accesibilidad a los servicios de salud y manejo clínico precoz, nadie debería morir a causa del dengue