El último día de 2012 se aprobó el primer nuevo fármaco en medio siglo para combatir la tuberculosis (TB). Sin embargo, la expectación había comenzado antes, pues en breve se iban a poner en el mercado dos nuevos medicamentos que mejorarían radicalmente las tasas de supervivencia en la tuberculosis resistente (TB-DR) y que harían que aquellos tratamientos tan tóxicos y de tantos años de duración, que además curaban a tan sólo el 50% de los pacientes, pasaran a la historia.
Pero la realidad no se ha correspondido con la esperanza. Han pasado dos años desde entonces, las compañías y sus investigadores han recibido premios, alabanzas y cobertura mediática por los dos nuevos fármacos. Mientras tanto, los pacientes siguen enfrentándose a los mismos resultados de las últimas dos décadas: efectos secundarios terribles y la muerte en demasiadas ocasiones. Hasta la fecha, ni siquiera mil personas en todo el mundo han podido acceder a bedaquiline (manufacturada por Janssen/Johnson & Johnson) y delamanid (por Otsuka); una fracción muy pequeña de aquellos que lo necesitan.
En el Día Mundial de la Tuberculosis de 2015 hay dos asuntos que se muestran claves: por un lado, certificar que los retrasos para el acceso a los dos fármacos han costado ya muchas vidas y por otro, clamar para que la frustración que esto genera se traduzca en acciones concretas. Para salvar un número significativo de vidas y reducir exponencialmente el sufrimiento, deben intensificarse los esfuerzos en las áreas regulatorias, científicas, médicas, comerciales, financieras y políticas.
En el informe “Preparados, listos, y a la espera”, Médicos Sin Fronteras hace un profundo análisis de cuáles son las causas de esta inaceptable demora a la hora de ofertar los fármacos y qué es lo que debe hacerse para acelerar el proceso
A principios de marzo, MSF y otras 88 organizaciones firmaron una llamada a la acción urgiendo a los actores globales de salud que trabajan en el área de TB a formar un consorcio con el que establecer una serie de objetivos concretos que sirvan para incrementar el acceso a los nuevos fármacos contra la TB-DR. Como respuesta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha comprometido a reunirse con el consorcio el próximo mes de abril en Ginebra para escuchar las propuestas destinadas a poner en marcha algunas acciones específicas con las que lograr objetivos globales. Estas son algunas de ellas:
– Iniciar acceso a nuevos fármacos: asegurar que en julio de 2015, 500 pacientes inicien regímenes de tratamiento que incluyan bedaquiline, y que otros 500 pacientes hagan lo mismo con regímenes que incluyan delamanid en enero de 2016.
– Optimizar los tratamientos de TB-DR: Proporcionar asistencia técnica para el diseño de programas en los 25 países endémicos de cara a 2016; asegurar que los dos nuevos fármacos sean parte del tratamiento de rutina en 20 países a finales de 2016 y en 52 países a finales de 2019; y asegurar que los medicamentos clave estén incluidos en los programas nacionales de tuberculosis.
– Priorizar la aprobación regulatoria: asegurar que los dos nuevos fármacos sean registrados en 25 países a principios de 2016 y en 52 países en 2017; y que los fármacos sean registrados para su uso, o que se establezcan exenciones para su importación ya en 2016.
Conseguir alcanzar estos objetivos se puede lograr mediante sencillos y rápidos pasos, entre los que se incluyen el asegurar que los gobiernos tengan apoyo y asesoría técnica para iniciar los tratamientos en aquellos pacientes que lo necesiten. Las compañías farmacéuticas deben asimismo responsabilizarse y permitir acceso temprano a través de mecanismos de uso compasivo y mediante el registro rápido de sus productos (especialmente en los países donde los ensayos se han llevado a cabo y en los países con una alta tasa de tuberculosis). Las compañías deberían tener políticas justas y transparentes respecto a sus precios, registros y licencias, muy especialmente en los países con rentas bajas y medias.
Al igual que ha hecho la OMS, proponiendo celebrar la primera reunión del consorcio en abril, otros actores deben hacer también su parte y comprometerse a alcanzar objetivos concretos y ambiciosos en los próximos dos años. Por su parte, MSF participa en la sociedad endTB, a través de la cual se llevará a cabo un ensayo clínico para probar nuevos regímenes de tratamientos en 600 pacientes de TB-MDR, se abastecerá de nuevos fármacos a 2.600 pacientes con TB-MDR en 16 países y se ayudará a reducir las barreras técnicas para la distribución de los nuevos medicamentos.
MSF ha estado involucrada en el tratamiento de la TB durante más de treinta años, un trabajo que se desarrolla a menudo de forma conjunta con las autoridades de salud nacionales para tratar pacientes en una variedad muy amplia de estructuras, incluyendo zonas de conflicto crónicas, barriadas de chabolas, prisiones, campos de refugiados y áreas rurales. Los primeros programas de MSF para tratar tuberculosis multirresistente se abrieron en 1999 y la organización es ahora una de las que gestiona mayores programas de distribución de fármacos para combatir la tuberculosis resistente.