“Hace unas semanas, estaba trabajando en el turno mañana cuando recibí de un colega el caso de unas trillizas prematuras.
Eran tres niñas que habían sido admitidas en el hospital por su bajo peso.
Luego de una evaluación inicial y un tratamiento, llamé a la mamá que se encontraba en la sala de madres y le pedí que se extrajera un poco de leche para alimentarlas. Mientras lo hacía, comencé a hojear su ficha y nos pusimos a conversar.
Una pregunta
De repente, una pregunta se me vino a la mente. Me acerqué dubitativamente y le pregunté: “¿Estas contenta de haber dado a luz tres hijas? ¿No esperabas un hijo varón?”
En general, las personas en nuestra cultura rural están más contentas si nace un niño en la familia. Se sienten orgullosos de tener un bebé varón que represente a la familia y sea su futuro sostén.
Luego de haberle hecho esa pregunta, me di cuenta que había sonado algo inapropiada. En seguida le pedí disculpas y le dije que ignorara mi pregunta.
Ella sonrió y respondió: “Por supuesto que estoy contenta, ¿por qué no lo estaría? Yo misma soy una mujer.”
Me quedé sin palabras por unos minutos. Lo que respondió me obligó a reír y me dio serenidad.
Una celebración
He visto familias no tan contentas cuando nace una niña. Le pregunté entonces cómo se sentían su marido y sus suegros al respecto. ¿Ellos también estaban felices?
Sin pensarlo, me respondió con alivio que su marido estaba muy feliz y su madre también.
Además, su suegra les había pedido que le informaran cuándo planeaban dejar el hospital para regresar a casa. Ella quiere celebrar la llegada de las trillizas con un Dhol, un tambor de madera con forma de barril que se usa para celebrar, y distribuyendo maníes alrededor de la aldea.
Me sentí muy bien escuchando todo esto.
Las mellizas están luchando duro, mejorando su estado de salud cada día. Completaron su primer tratamiento con antibióticos y, con suerte, saldrán del hospital en unos pocos días.»