Inga Osmers, cirujana de MSF, habla de su reciente trabajo en Abiyán y el oeste de Costa de Marfil, cerca de la frontera con Liberia, en respuesta a la emergencia causada por los altos niveles de violencia registrados tras las últimas elecciones presidenciales.
¿En qué situación se encuentra actualmente el país?
Pese a que la situación política se ha estabilizado considerablemente tras la salida del ex presidente Gbagbo, las profundas tensiones permanecen. Un número indeterminado de personas ha huido de la violencia y permanece escondido en el monte; muchos pueblos están desiertos y sigue habiendo necesidades médicas críticas.
¿En qué consistió tu trabajo?
Primero trabajé como cirujana en Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil. Luego estuve durante una semana en la ciudad de Mans y en el hospital de Bangolo, dos ciudades en el este del país, cerca de la frontera con Liberia. El Ministerio de Salud gestionaba el hospital de Bangolo, pero dado que la mayor parte del personal también huyó a causa de la violencia, MSF pasó de dar apoyo a hacerse cargo del hospital.
¿Qué dificultades presentaba la población atendida por MSF?
Los pacientes estaban claramente traumatizados, muchos de ellos tenían miedo de retornar a sus lugares de origen. Creo que la mayoría de ellos ya no tenía un hogar a donde ir porque sus casas fueron quemadas y destruidas. Otros fueron testigos del asesinato de sus vecinos y permanecen escondidos en la selva. No sé si alguien sabe cuántas personas están aún allí, pero te haces una idea cuando recorres las aldeas porque algunas de ellas están prácticamente vacías. Parte de la población ha muerto por la violencia y la otra está muerta de miedo.
¿Cuál es la gravedad de los daños infligidos a la población?
La mayoría de las personas que traté en Abiyán presentaban heridas de bala. En las zonas del oeste, había más cortes con machete en la cabeza y el cuello. La brutalidad de las heridas hacía suponer que la violencia con que se produjeron era muy alta.
Varios pacientes murieron tras permanecer heridos en el monte durante mucho tiempo, demasiado, a juzgar por la gravedad de la infección que presentaban cuando decidieron acudir al hospital.
¿Cuáles son las necesidades más urgentes de estas personas que han sido víctimas de la violencia?
Aparte de las heridas de algunas de las personas que se ocultan en el bosque, hay otro tipo de problemas médicos: fiebres, infecciones, riesgo de malaria y problemas nutricionales. En tiempos de guerra y de conflicto armado hay muchas necesidades, lo que supone una exigencia extra al sistema local de salud, que también se ha visto golpeado por la violencia porque no ha recibido ningún tipo de suministros desde que el país quedó paralizado a causa del conflicto y el caos económico.
Por otro lado, ser mujer y estar embarazada en un contexto tan inestable es un riesgo para la vida. Un parto normal no es una emergencia, pero cada parto natural puede convertirse en uno complicado. Sin un servicio de cesáreas, las mujeres o sus bebés pueden morir. Luego están los casos que en el momento no son urgencias, pero que pasan a serlo en cuestión de pocas horas.
¿Por qué es tan importante la presencia de MSF en un contexto como éste?
Hay mucha destrucción, los trabajadores sanitarios abandonaron sus puestos y aún no han vuelto. Por ello es muy importante que la atención de emergencia llegue desde fuera. En estas circunstancias no sólo tienes que hacer frente a las urgencias creadas por el conflicto, como las heridas de guerra, sino a las normales: las relacionadas con los niños, con la malaria o con las necesidades obstétricas.
Hay muchas necesidades en este momento y por ello es bueno que MSF esté allí, porque prestamos atención médica gratuita, algo que no hubo nunca antes en Costa de Marfil. Por ahora es gratuita, pero cuando nos vayamos dejará de serlo nuevamente…
Costa de Marfil: miles de desplazados siguen en la frontera liberiana sin recibir ayuda