Aunque el gobierno y los rebeldes han llegado a un acuerdo de paz en la República Centroafricana (RCA), Médicos Sin Fronteras (MSF) sigue ampliando su respuesta a miles de personas afectadas por la situación de seguridad y sigue negociando un mayor acceso a la atención médica en zonas donde el personal sanitario ha huido y ya no hay servicios básicos de salud disponibles. Miles de víctimas se han refugiado temporalmente en el monte sin abrigo adecuado ni agua potable segura, expuestos a todo tipo de enfermedades.
El 10 de enero, MSF abrió un proyecto de emergencia en Damara, una ciudad controlada por el gobierno en la línea del frente. La organización está prestando apoyo a los desplazados para impedir muertes debidas a enfermedades comunes como diarrea, infecciones respiratorias y malaria, una amenaza crónica de salud. El personal médico está tratando hasta cien casos cada día, principalmente pacientes con malaria y desnutrición.
«RCA ya registra algunos de los peores indicadores de salud del mundo con unas alarmantes tasas de mortalidad, incluso en tiempos de paz. Debido a la inestabilidad reciente, muchas personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Y una carga añadida es el cierre de muchas instalaciones de salud locales cuando su personal huyó a esconderse en el monte. Los pocos puestos de salud que quedan abiertos funcionan solamente con medicamentos más básicos o, incluso peor, han perdido sus stocks en varios actos de pillaje,» explica Sylvain Groulx, coordinador médico de MSF en RCA.
En un proyecto de MSF en Batangafo, al noroeste del país, las consultas en el hospital se han reducido de una media de 128 al día, en los 10 días antes de que la ciudad fuese tomada por las fuerzas rebeldes, a una media de 66 cada día. Muchas familias han huido al monte pasando la noche al raso, sin mosquiteras ni alimentos o agua potable segura.
En diciembre, MSF envió un equipo quirúrgico de emergencia a Kaga Bandoro, donde 6 heridos de bala recibieron tratamiento. También fueron tratados 27 civiles, entre los que se contaban mujeres y niños, que habían sufrido quemaduras tras haber estado expuestos a una explosión en una gasolinera.
MSF ha efectuado una evaluación de siete centros en la capital de Bangui, y equipos móviles están ahora visitando esos centros de salud de forma regular, proporcionando entrenamiento para enseñar a hacer pruebas rápidas de diagnóstico de malaria y dispensando antipalúdicos para tratar 840 casos de esta enfermedad. MSF también está preparándose para ofrecer una respuesta quirúrgica de emergencia en Bangui, desplegando un equipo en la Maternité Castor y alistándose para responder a cualquier contingencia.
MSF también ha enviado a equipos desde Grimari a evaluar la situación en Bria y Sibut. La organización va a transportar varias toneladas de medicamentos para distribuir de inmediato a las estructuras de salud que están abiertas.
Antes de este conflicto, RCA ya vivía una situación de emergencia médica crónica con su población inmensa en décadas de violencia, desplazamientos e inseguridad debido a enfrentamientos entre grupos rebeldes y las fuerzas gubernamentales, así como a bandidos armados. El acceso a la atención sanitaria es limitado debido a la falta de recursos humanos de calidad, la presencia ínfima del Ministerio de Sanidad fuera de la capital y frecuentes rupturas de medicamentos esenciales. La inversión por parte de donantes internacionales y agencias de ayuda probablemente se reducirá si no hay garantías de un gobierno estable o de seguridad para su personal humanitario. El conflicto armado hoy está agravando la crisis sanitaria actual con miles de personas vulnerables a la enfermedad, con poco o ningún acceso a la atención sanitaria.
MSF cuenta con 75 trabajadores internacionales en cinco de las 17 prefecturas del país. Todos sus siete proyectos han seguido funcionando con presencia expatriada y nacional durante la crisis. El número seguirá creciendo para apoyar a los nuevos proyectos de emergencia.