8 de julio de 2015-. Un año después de 51 días de guerra que asolaron la Franja de Gaza, cientos de palestinos con terribles heridas fruto de los ataques israelíes aún llenan las salas de espera de los hospitales de Médicos Sin Fronteras (MSF) para acceder a complejas cirugías reconstructivas y a rehabilitación. El continuo bloqueo impuesto a la Franja de Gaza hace parecer que ese último episodio de derramamiento de sangre israelí-palestino hubiera tenido lugar ayer, según puede comprobar sobre el terreno la organización médico-humanitaria. Quizás más que nunca en los 20 años que lleva prestando atención médica en Gaza y Cisjordania, MSF observa cómo el sufrimiento infligido por la ocupación y bloqueo israelí se ha convertido en algo normal y, a la vez, cómo solo el fin de esa ocupación y del bloqueo puede poner fin al sufrimiento de los palestinos.
Guerra, bloqueo y destrucción
El coste humano de la última guerra en la Franja de Gaza fue estremecedor: más de 2.200 personas murieron y más de 11.000 resultaron heridas, entre ellas 7.000 mujeres y niños. “Los niños de menos de ocho años en Gaza no conocen nada más que el bloqueo”, afirma Erwan Grillon, coordinador general de MSF en Gaza y Cisjordania. “Y ya han vivido cuatro ofensivas, dos de ellas totalmente devastadoras y que acabaron, de forma indiscriminada, con muchas vidas. La mayoría de los pacientes que aún requieren cirugía y fisioterapia por los efectos de la guerra son menores de 18 años”, añade Grillon.
En las clínicas de MSF, los palestinos que aún afrontan complicaciones de sus heridas fruto de la guerra se acumulan junto a gazatíes -en general niños y jóvenes- que han sufrido quemaduras en accidentes domésticos consecuencia de tener que vivir en viviendas improvisadas o en mal estado. Más de 12.000 casas, y 70 hospitales y centros de salud han sido dañados o totalmente destruidos durante la guerra.
El bloqueo militar israelí de la Franja sigue privando a este territorio de suministros esenciales que incluyen material de construcción para volver a levantar algunos de los barrios que han sido reducidos a ruinas por las fuerzas militares israelíes. Israel ha impuesto severas restricciones para el cemento y otros materiales de construcción que se consideran ‘de doble uso’ porque podrían servir para elaborar armas. Como resultado, muy pocas casas han podido ser reconstruidas en la Franja.
“Las condiciones de vida siguen deteriorándose”, denuncia Grillon. “En nuestra clínica de cuidados post-operatorios en Gaza la mayoría de los pacientes han sido tratados por quemaduras fruto de explosiones causadas por el uso de estufas o por accidentes de cocina en viviendas dañadas por el conflicto. El 60 % de los atendidos eran niños”, asevera el coordinador de MSF.
A consecuencia del bloqueo, la población aún vive en condiciones de inseguridad y depende casi por completo de la ayuda exterior. El desempleo es mayor que nunca (más del 40% en total y más del 60% entre los jóvenes) y ocho de cada diez gazatíes dependen, al menos parcialmente, de la ayuda humanitaria.
Terror y ansiedad
Mientras la devastación de la guerra en Gaza y el actual bloqueo de la Franja han captado la mayor parte de la atención internacional, la ocupación de Cisjordania muestra otra forma de opresión que también tiene consecuencias generalizadas sobre la salud pública. La población palestina de Cisjordania es objeto de humillaciones y amenazas a diario: los asentamientos, los caminos segregados, los puestos de control y el despliegue militar hacen que los palestinos solo puedan habitar menos del 40% del territorio de Cisjordania. Los programas de salud mental de MSF atienden a pacientes que sufren desórdenes psicológicos como resultado de haber sido objeto de un acoso continuado, así como de la violencia frecuente (e impune) de los colonos contra individuos y propiedades, de incursiones nocturnas de las fuerzas de seguridad, de detenciones administrativas y otros actos similares.
“Las historias que nos cuentan nuestros equipos son tales que bastaría con explicarlas para que se conviertan en una denuncia”, afirma Grillon. “A diario vemos pacientes, una tercera parte de ellos menores de 13 años, en un estado constante de terror y ansiedad por las incursiones nocturnas de los soldados israelíes y los ataques por parte de los colonos. Hemos estado tratando a las mismas familias que presentan los mismos síntomas durante una década. Nada ha cambiado”, se lamenta.
Un ciclo de violencia sin fin
Como resultado directo de la continuación de la ocupación y del bloqueo y del total fracaso de cualquier proceso político, la población palestina en la Franja de Gaza y Cisjordania está atrapada en un ciclo de violencia sin fin que debe ser abordado de inmediato y con franqueza. Las medidas tomadas por Israel en nombre de su seguridad deben ser analizadas en términos de sus efectos humanitarios. Los gobiernos e instituciones internacionales que de forma tácita o explícita dan apoyo esas políticas deben, asimismo, considerar el coste humano de sus acciones, a la vista de la innegable devastación que han provocado.
“Tratar de crear una equivalencia falsa en términos de responsabilidad sobre la actual situación de Cisjordania y Gaza simplemente esconde la realidad de la carga por la violencia en los Territorios Ocupados Palestinos”, subraya Mego Terzian, presidente de MSF en Francia. “Al usar la retórica de la auto-defensa para confiscar territorio y mantener una cruel ocupación, Israel y los países que lo apoyan han intentado codificar un sistema que está maltratando a los palestinos día tras día, asfixiando la vida y la esperanza, y garantizando más de lo mismo para el futuro”, añadió Terzian.
Médicos Sin Fronteras trabaja en la Franja de Gaza desde 1989 donde facilita cuidados médicos de acuerdo a las necesidades de la población y atiende insuficiencias específicas que no pueden ser cubiertas por los servicios médicos en Gaza. Además, MSF también responde a las consecuencias directas e indirectas de la violencia. Las actividades médicas incluyen cirugía, cuidados post-operatorios y psicológicos, terapia ocupacional y fisioterapia.
En Cisjordania, MSF lleva a cabo programas de salud mental en Jerusalén Este desde 2011 y en las provincias de Yenín, Hebrón, Nablús y Kalkilya desde 2000.