Un camión con material sanitario y que realizaba el pasado 7 de noviembre un servicio para Médicos Sin Fronteras (MSF) – cuyo logo portaba claramente visible- fue retenido por un grupo armado en la ruta entre Paoua y Bangui, en el oeste del país, y los ocupantes tuvieron que pagar una suma en metálico para conseguir que los dejaran libres. Tan solo 24 horas después, el mismo grupo armado retuvo un camión de la misión católica de Bossembele que iba en servicio para MSF, y los captores forzaron al responsable del equipo de transporte a pagar.
“Estos dos incidentes son extremadamente graves. En ambas ocasiones los atacantes se mostraron muy agresivos, con insultos y amenazas, e incluso disparando al aire y apuntando con sus armas a los ocupantes de los vehículos. La retención de los equipos desembocó en extorsión y el pago de cantidades sustanciales de dinero. Afortunadamente, nadie resulto herido, pero este tipo de ataques y amenazas contra los trabajadores humanitarios es inaceptable”, afirmó Delphine Chedorge, responsable de misión de MSF en CAR. “Estos eventos pruebas que a pesar de la visión optimista que se desprende de los discursos de las fuerzas internacionales, la situación en el país está lejos de ser pacífica. La inseguridad es aún un obstáculo de primer orden para la provisión de asistencia en un país asolado por la crisis y con necesidades humanitarias enormes”, añadió.
Las dificultades en el suministro de la quincena de proyectos de MSF en el país junto al peligro que afrontan los integrantes de la organización podrían llevarla a recortar sus operaciones, de las cuales dependen cientos de miles de personas. Hay áreas en las que MSF es el único agente sanitario.
Los recientes incidentes son parte de un aumento sostenido en los últimos meses, en especial desde octubre, del número de ataques e intento de extorsión contra trabajadores y vehículos humanitarios. Los repetidos contactos con las autoridades, las fuerzas internacionales y los actores armados no han logrado que las garantías verbales de seguridad se transformen en hechos palpables.
“El actual Gobierno se mantiene pasivo y en silencio. La impunidad se extiende. La MINUSCA (fuerza de pacificación de Naciones Unidas) ha fracasado a la hora de proteger a los ciudadanos. Los Sangaris y Eufor (fuerzas francesas y europeas) tampoco son capaces de proveer seguridad en las principales rutas del país. Al igual que la población del país, las ONG son víctimas de la falta de seguridad y se convierten en objetivo fácil para la violencia y la codicia de los grupos armados que nadie dice controlar”, lamentó Laurent Sury, responsable de programas de MSF en Francia.
MSF trabaja en RCA desde 1997 y desde 2013 el número de programas de la organización se dobló para dar respuesta a la intensificación de la crisis humanitaria en el país.