Nueva York, 29 de abril de 2016 Las fuerzas armadas estadounidenses hicieron público hoy su reporte sobre la investigación del ataque al hospital de trauma de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kuduz, Afganistán, el 3 de octubre de 2015. El ataque provocó la muerte de 42 personas, incluyendo a 14 trabajadores de MSF, además de docenas de heridos.
MSF logró acceder al informe hoy, cuando fue puesto a disposición del público en internet, tras una presentación pública por parte del responsable del Comando Central de Estados Unidos, el General Joseph Votel. Ayer, MSF tuvo una sesión informativa oral de dos horas con el General Votel y su equipo sobre los principales resultados y recomendaciones de la investigación del ejército estadounidense.
MSF se tomará el tiempo necesario para examinar el reporte y determinar si responde o no las muchas preguntas que aún subsisten siete meses después del ataque.
MSF reconoce los esfuerzos de las Fuerzas Armadas estadounidenses para conducir una investigación sobre el incidente. Hoy, MSF y otros proveedores de ayuda en los frentes de guerra, experimentan continuamente ataques a instalaciones médicas que no son investigados por los actores involucrados en el conflicto. Sin embargo, MSF ha expresado de forma consistente que no puede quedar satisfecha solamente con una investigación militar sobre el ataque en Kunduz. Hasta el momento, el pedido de MSF de una investigación independiente e imparcial por parte de la Comisión de Encuesta Humanitaria Internacional sigue sin ser respondido.
“La conferencia de hoy equivale a una admisión de que se trató de una operación militar sin control en un área urbana densamente poblada, durante la cual las fuerzas de Estados Unidos no lograron seguir las reglas guerra básicas”, dijo Meinie Nicolai, Presidente de MSF.
“Es incomprensible que, bajo las circunstancias descritas por Estados Undos, el ataque no haya sido suspendido.”
El hospital estaba en pleno funcionamiento al momento de los bombardeos. La investigación de los Estados Unidos reconoce que no había combatientes armados dentro -y tampoco disparos desde- las instalaciones del hospital.
“El umbral que debe ser cruzado para que este incidente mortal se convierta en una grave violación al derecho internacional humanitario no se resume en si fue intencional o no” dijo Nicolai. “Con coaliciones multinacionales luchando bajo diferentes normas de combate en el amplio espectro de conflicto actuales, ya sea en Afganistán, Siria o Yemen, los grupos armados no pueden evadir sus responsabilidades en el campo de batalla, simplemente descartando la intención de atacar un recinto protegido como lo es un hospital.”
La naturaleza del mortal bombardeo del hospital de trauma de MSF en Kunduz, y de los recurrentes ataques de las instalaciones médicas en Afganistán, exigen que todos los actores involucrados en el conflicto reafirmen claramente el estatus de protección de la atención médica en el país. MSF debe obetener estas garantías en Afganistán antes de tomar una decisión sobre si es seguro reanudar actividades médicas en Kunduz.
“No podemos poner a nuestros equipos, incluyendo a nuestros colegas que sobrevivieron al traumático ataque, a trabajar de nuevo en Kunduz si tener primero la firme y clara garantía por parte de todos los actores involucrados en el conflicto en Afganistán de que esto no sucederá de nuevo”, dijo Nicolai. “Necesitamos garantías explícitas de todos los actores del conflicto, incluyendo a las autoridades de Afganistán y a las Fuerzas Armadas estadounidenses, de que no habrá interferencia militar o uso de la fuerza en contra de las instalaciones apoyadas por MSF, del personal, pacientes y ambulancias. Igualmente, debemos asegurarnos de que el personal de MSF puede brindar ataención médica de manera segura basándose sólo en las necesidades médicas, sin discriminación y sin importar sus afiliaciones políticas, militares o religiosas. Cada día que pasamos sin estas garantías aumenta la cifra de muertos por el ataque, debido a la pérdida de servicios médicos vitales para la gente en la región.”
Las sanciones administrativas anunciadas por Estados Unidos el día de hoy están fuera de proporción con la destrucción de una instalación médica protegida, la muerte de 42 personas, además de las docenas de heridos, y la pérdida total de servicios médicos vitales para cientos de miles de personas.
La falta de una rendición de cuentas significativa, envía una preocupante señal para todos los actores involucrados en el conflicto, y es poco probable que sirva como un freno en contra de futuras violaciones de las reglas de la guerra. Al mismo tiempo, ha quedado claro que las víctimas y sus familias no tienen la opción de emprender acciones legales en contra de el ejército norteamericano, ya sea en Afganistán o en EE.U., así como de reclamar compensaciones por la pérdida de vidas o de sus medios de subsistencia. Esto sólo ha agravado la devastación del ataque.