“Es cierto que nuestra misión es salvar vidas, pero también es aliviar el sufrimiento”,dice Maren Heldberg, psicoterapeuta de Toronto que recientemente regresó de una misión junto a Médicos Sin Fronteras en la que proporcionó asesoramiento en salud mental, además de atención médica primaria a las personas en Mosul, al norte de Irak.
“Si lo que queremos es aliviar el sufrimiento, no podemos sólo amputar una pierna después de la explosión de una bomba e ignorar las necesidades psicológicas y psicosociales de la persona. También necesitamos ayudarla de alguna forma a lidiar con su vida de nuevo.»
Antes de Mosul, Heldberg había formado parte de las actividades de salud mental de MSF en Siria, Grecia y República Democrática del Congo. Ella cuenta que muchas personas siguen sorprendiéndose al saber que, además de atención médica, MSF también ofrece atención psicológica como parte de su respuesta a emergencias humanitarias en todo el mundo.
Cuando la organización recién comenzaba, se enfocaba en las emergencias y en la atención médica primaria para salvar vidas. Pero en 1998, MSF reconoció formalmente la importancia de implementar intervenciones de salud mental incluso en entornos de emergencia, con el fin de restaurar la dignidad de las personas cuyas vidas habían sido destruidas por un desastre. Actualmente, muchos de los proyectos médicos internacionales de MSF incluyen un componente de salud mental.
MSF proporciona atención a las personas afectadas por conflictos, violencia o la exclusión, y muchos de estos pacientes han sido expuestos a un trauma enorme. “Comúnmente nunca tuvieron la oportunidad de hablar sobre sus experiencias y contar su historia”, explica Heldberg.
Una ciudad expuesta al trauma
Cuando Heldberg llegó, a principios del 2018, muchas personas en Mosul (una ciudad asolada por la guerra), habían soportado circunstancias extremadamente difíciles. Después del fin de la Guerra de Irak, la ciudad estuvo bajo el control de ISIS y los habitantes quedaron aislados de la atención médica vital. Actualmente, aún carecen de un acceso confiable a alimentos y atención médica.
“ISIS se había ido unos seis meses antes de mi llegada,” recuerda Heldberg. “Las personas eran forzadas a presenciar ejecuciones públicas. Había una enorme cantidad de ataques aéreos, muchas personas perdieron a uno, dos, tres, o cuatro miembros de su familia. Muchos niños fueron golpeados por los ataques aéreos.»
Tras su llegada, Heldberg y su equipo realizaron una evaluación sobre la salud mental que les ayudaría a determinar las necesidades de la comunidad, y después contrataron a trabajadores locales de apoyo y los capacitaron desde cero. Pero al principio tuvieron dificultades para hacer que la clínica se llenara de pacientes, y tenían mucho trabajo para crear una sensibilización.
“Los estigmas en el Medio Oriente son algo grande. Las personas no quieren ser vistas hablando con un profesional de salud mental, pues creen que su comunidad va a pensar que están locos.”
Pero los equipos de MSF continuaron explicándole a los miembros de la comunidad los servicios de la clínica de salud mental, y cada vez más personas se sintieron capaces de buscar consultas y asistencia.
Heldberg comenta que normalmente hay cierta mentalidad en las personas que se disponen a hacer un trabajo humanitario. “Muchas veces vamos al terreno pensando que cambiaremos el mundo, pero la realidad es que el mundo termina cambiándote.”
Ella cuenta que los trabajadores humanitarios con frecuencia se enfrentan a sentimientos de impotencia frente a una catástrofe abrumadora. Pero el papel de un cuidador psicosocial de MSF no es necesariamente «curar» a las personas de sus problemas de salud mental. Para ella, la sabiduría de Hipócrates de hace 2.400 años, es una guía:
«Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”.
La atención en salud mental marca la diferencia
“Difícilmente puedes curar a alguien a través de la salud mental”, dice. “Puede ser todo un reto, sentirse inútil porque quieres ayudar mucho más… pero intento recordarme una y otra vez cuál es el objetivo de MSF. En muchos casos para aliviar el sufrimiento, especialmente en zonas de conflicto, lo único y lo más humano que puedes hacer es reconfortar a las personas.”
A pesar de los desafíos, Heldberg ha visto que su trabajo sí marca una diferencia en las vidas de las personas a las que MSF busca ayudar.
“Como profesionales de la salud mental, escuchamos a las personas, las reconfortamos, lloramos con ellas y tratamos de ayudarlas a procesar su pena y tristeza para que de alguna forma puedan seguir adelante. Pero también lleva tiempo: meses, años, décadas; así que es difícil resumir todo esto de forma estadística”, comenta.
“Y aún así creo que sí hacemos una diferencia. Porque en última instancia, no existe la buena salud física sin buena salud mental.»
Esta nota es parte de la edición 2018 de Dispatches, la revista de MSF Canadá.
Texto de Woodrow Fraser-Boychuck