“La gente vive en muy malas condiciones. Están en el bosque, ya no pueden recoger las cosechas, ni siquiera trabajar, porque están en los bosques y no en sus aldeas y campos. Si te acercas a un campo pueden dispararte, así que han decidido irse”, afirma Jana Brandt, coordinadora de la intervención. “Es verdad que este tipo de situación se extiende por todo el país, pero aquí es aún más grave”, añade.
A inicios de mayo el número total de consultas era de 941, con medio millar de personas diagnosticadas de malaria.
“La enfermedad que más vemos es malaria, una enfermedad que se puede agravar con el tiempo. Como la inseguridad aún está presente es difícil planificar nuevas visitas a cada zona, así que cuando accedemos a un área intentamos al menos tratar las enfermedades más graves”, recalca Brandt.
En los últimos meses, han huido del área de Kouango miles de personas. Más de 20.000 cruzaron el río Ubangui en dirección a la vecina República Democrática del Congo (RDC) tras meses de choques armados entre milicias rivales. Varios miles más huyeron a las ciudades centroafricanas de Bambari y Grimari, situadas al norte de Kouango.
Las clínicas móviles puesta en marcha por MSF atienden consultas en diferentes puntos del área y se presta especial atención a los casos de malaria, diarrea y enfermedades infecciosas. En la localidad de Kouango ha entrado en actividad una unidad de emergencias, y se realizan intervenciones quirúrgicas para los casos más urgentes que no pueden ser derivados a hospitales en otras regiones.
MSF trabaja en República Centroafricana desde 1997 y, actualmente, cuenta con más de 300 trabajadores internacionales y más de 2.000 trabajadores centroafricanos en el país. Desde diciembre de 2013, MSF ha doblado su nivel de asistencia médica como respuesta a la crisis. Actualmente desarrolla una veintena de proyectos, incluidas varios para atender a los refugiados centroafricanos en los vecinos de Chad, Camerún y República Democrática del Congo.