Siete meses después del mayor brote de Ébola sufrido en la historia de República Democrática del Congo, la respuesta al virus no ha logrado mantener la epidemia bajo control ni ganarse la confianza de la comunidad, ha afirmado la presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF), Joanne Liu, en el marco de una rueda de prensa celebrada en Ginebra para informar sobre la situación en las regiones del país afectadas por el brote.
«Vemos una contradicción tremenda: por un lado, una respuesta rápida y amplia al brote, con nuevas herramientas médicas como vacunas y tratamientos con resultados prometedores cuando las personas llegan temprano. Y por otro, personas que están muriendo de Ébola en sus comunidades, que no confían en esta respuesta y que, por ello, no acuden a ella», dijo Joanne Liu.
Desde principios de año, más del 40% de las personas contagiadas murieron en sus comunidades. Es decir, sin recibir atención médica. En el epicentro de la epidemia, en Katwa y Butembo (Kivu norte), el 43% de los pacientes de las últimas tres semanas seguían enfermos sin que se conociera donde se habían contagiado.
Ataques a instalaciones médicas
Entre febrero y marzo de 2019, tuvimos que suspender nuestras actividades en Katwa y Butembo tras varios ataques a dos de nuestros centros de tratamiento de Ébola. Aunque desconocemos los motivos y la identidad de los atacantes, estos incidentes vienen precedidos por una escalada de tensiones en torno a la respuesta contra el Ébola.
Solo en febrero hubo decenas de incidentes de seguridad. Si bien las causas de estos actos difieren entre ellas, es patente que varios reclamos políticos, sociales y económicos se articulan cada vez más en torno a la respuesta.
Varias razones han llevado a este clima de tensión: desde el despliegue masivo de recursos económicos enfocados solo en el Ébola (en una región desatendida que sufre conflictos, violencia y graves necesidades de salud) al aplazamiento de las elecciones debido al brote. Todo ello alimenta las sospechas de que el virus se está usando como una táctica política.
El uso de la policía y las fuerzas armadas para obligar a las personas a cumplir con las medidas de salud contra el Ébola está aislando a la comunidad y es contraproducente para controlar la epidemia. El uso de la coerción para que se realicen entierros seguros, el seguimiento de los contactos de las personas infectadas y la admisión a los centros de tratamiento hace que la población no acuda a las instalaciones médicas y permanezca escondida.
La respuesta al Ébola debe cambiar: los pacientes y las familias deben tener opciones y deben ser consultadas sobre cómo enfrentarse a esta enfermedad. Se necesitan más vacunas para alcanzar a más personas. Se deben atender otras necesidades de salud de las comunidades. Y la coerción no debe usarse como una táctica para realizar el seguimiento y el tratamiento de los pacientes, cumplir con los entierros seguros y descontaminar los hogares.
“El Ébola es una enfermedad brutal que genera temor y aislamiento para los pacientes, las familias y los proveedores de atención médica”, subraya Joanne Liu tras señalar que “la respuesta al Ébola debe estar centrada en el paciente y en la comunidad. Los pacientes deben ser tratados como pacientes y no como algún tipo de amenaza biológica”.