¿Qué está pasando con la respuesta a la epidemia de Ébola en República Democrática del Congo?
La epidemia de Ébola en el este de la República Democrática del Congo todavía no está contenida. Se han reportado más de 1.600 muertes por el virus del Ébola desde que el brote fue declarado por primera vez, el 1 de agosto de 2018. Durante los primeros siete meses de la epidemia (agosto de 2018 a marzo de 2019), se declararon más de 1.000 casos confirmados y probables. Entre marzo y junio de 2019, este número se duplicó: se presentaron 1.000 casos nuevos en un corto período de tiempo. El final de abril fue el pico, con más de 120 casos por semana. Todavía hay una gran cantidad de casos nuevos, entre 75 y 100 cada semana. En un contexto como este, es extremadamente difícil rastrear con precisión las cadenas de transmisión de la epidemia.
Durante el brote de 2014, todo lo que se pudo hacer fue aislar a los pacientes y administrarles medicamentos, en gran medida ineficaces. Con las vacunas y los medicamentos experimentales disponibles en 2019, ahora podemos ofrecer a las personas la oportunidad de protegerse individualmente, y el acceso a tratamientos prometedores.
Según la información proporcionada tras el estallido de la epidemia, la mayoría de los contactos confirmados fueron vacunados y monitoreados por los equipos del Ministerio de Salud. Es muy probable que esto ayudara a contener la epidemia durante un tiempo. Es la primera vez que se aplica la vacunación a una escala tan grande, lo que supone un desarrollo muy positivo.
¿Es posible este enfoque actualmente?
Digamos que necesita ser adaptado y mejorado. En este momento, se está utilizando la vacunación ‘anillo’. Esto implica vacunar a cualquier persona que haya estado en contacto con alguien infectado de Ébola, así como a todos sus contactos. El razonamiento detrás del método no es malo per se, pero su implementación requiere mucho tiempo y es un desafío (es difícil identificar a los contactos individuales de cada persona); no se adapta a la inseguridad que afecta a Kivu Norte. Además, el número de personas vacunadas es demasiado pequeño para contener la propagación de la epidemia. Los equipos también tienen problemas para transportar vacunas de Kinshasa, pues deben almacenarse a una temperatura constante de -60° C.
¿Entonces es necesario un cambio de estrategia para contener la epidemia?
Totalmente. De hecho, en mayo, los expertos del grupo SAGE (Grupo Estratégico de Consejeros Expertos de la OMS, por sus siglas en inglés) recomendaron modificar la estrategia de vacunación en República Democrática del Congo para poder vacunar a más personas. Hasta ahora, el principal obstáculo para implementar la vacunación extendida ha sido el pequeño suministro de la vacuna Merck, la única que ha demostrado ser eficaz en una epidemia. Según la información más reciente de la OMS, ahora mismo hay disponibles 600.000 dosis de vacunas de Merck. Si este es el caso, no existe motivo para no aumentar inmediatamente la vacunación.
Las personas en la República Democrática del Congo entienden la utilidad de la vacunación y, de hecho, piden ser inmunizadas. Sin embargo, con solo alrededor de 50 contactos de un caso confirmado de vacunación, es probable que solo una cuarta parte o un tercio de las personas en riesgo estén protegidas.
El suministro de vacunas de la República Democrática del Congo es extremadamente bajo; por lo general, menos de 1.000 dosis. Debido a los problemas con el rastreo de contactos y que su suministro es esporádico, aún no podemos decir que esta es una estrategia de respuesta de emergencia.
Mientras que algunas personas anticipan que la epidemia terminará rápido, no vemos señales que respalden tales predicciones. Y es todo lo contrario, ya que ha habido alertas recientemente en Uganda y cerca de la frontera con Sudán del Sur.
Existen otras vacunas. Deben probarse en una zona epidémica para prepararse en caso de que se disemine y poder disponer de una gama más amplia de vacunas en caso de futuros brotes.