El hospital Owdai, también conocido como Al Ihsan, resultó dañado el lunes 29 de enero en dos ataques aéreos que alcanzaron el centro médico a las 10:20 horas, según explicó el gerente del hospital tras contactar con nuestra organización. Los bombardeos destruyeron parte de la instalación médica ubicada en la ciudad de Saraqeb, en la gobernación de Idlib.
Otro miembro del personal médico informó que un primer ataque había alcanzado la sala de espera y que el segundo impacto había golpeado el área frente al hospital destruyendo una ambulancia estacionada en la zona. La unidad de urgencias del centro ahora cerrado recibía medicamentos y suministros que donábamos.
Según el gerente de la instalación sanitaria, el bombardeo tuvo lugar cuando el hospital recibía heridos por un ataque aéreo ocurrido una hora antes en el que fue alcanzado el principal mercado de Saraqeb y en el que murieron 11 personas. Además, el responsable del hospital Owdai explicó que el impacto sobre la instalación médica había dejado al menos cinco muertos, incluido un niño, y otras seis personas habían resultado heridas, tres de ellas miembros del personal médico.
Este último bombardeo “demuestra la brutalidad con la que se está atacando la atención médica en Siria. El hecho de que este ataque haya ocurrido en un hospital mientras este recibía pacientes y atendía heridos, es particularmente atroz y constituye una clara violación del derecho internacional humanitario«, afirma Luis Montiel, nuestro coordinador general en el norte de Siria.
Los ataques aéreos del lunes son el segundo bombardeo que afecta al hospital en los últimos diez días. El pasado 21 de enero, un ataque aéreo impactó en un terreno vacío frente a la entrada del centro. La explosión destruyó varias ventanas del edificio y dañó los generadores eléctricos, lo que obligó a cerrar el hospital durante tres días.
Tras el ataque, el hospital Owdai ha tenido que cerrar de manera indefinida. El bombardeo llega en un momento en el que se prevé que aumenten las necesidades de atención médica en la zona a causa del desplazamiento masivo de personas que huyen del recrudecimiento de la violencia en el este de Idlib y en el noreste de Hama. Decenas de miles de familias desplazadas han huido al norte, hacia la frontera turca, los distritos septentrionales de Idlib y al oeste de la zona rural de Alepo, donde viven hacinadas en tiendas o refugios improvisados expuestos al frío invierno.
“En esta zona la población está soportando nuevas penalidades y las necesidades médicas van a acrecentarse. La pérdida del hospital Owdai tendrá un impacto sustancial en personas que ya están en riesgo”, agrega Montiel.
El hospital, que cuenta con 18 camas, es el único centro de salud público operativo en el distrito de Saraqeb, en el este de la gobernación, y presta servicio a un área donde viven 50.000 personas. Antes del ataque, el hospital disponía de una sala de urgencias y un servicio de consultas externas, y proporcionaba cirugía general y traumatológica. El hospital realizaba una media de 3.800 consultas al mes.
“Aunque el derecho internacional humanitario prohíbe terminantemente los ataques a instalaciones médicas, estos siguen siendo habituales en Siria y afectan gravemente a los servicios de salud”, señala Montiel.
En 2016, 32 instalaciones médicas que apoyamos fueron bombardeadas en 71 ocasiones. En 2015, registramos 94 ataques sobre 63 clínicas y hospitales de Siria a las que prestaba apoyo.
Gestionamos de manera directa cinco instalaciones médicas y tres clínicas móviles en el noreste de Siria. Además, colaboramos estrechamente con otros cinco centros y brindamos apoyo a distancia a unas 50 instalaciones médicas más en áreas dondhemos obtenido garantías de seguridad e imparcialidad por parte de sus líderes. Tampoco podemos trabajar en áreas controladas por el Gobierno, ya que todas las solicitudes que hemos hecho desde el inicio de la guerra hasta ahora han sido denegadas. Para asegurar nuestra independencia de cualquier presión política, no aceptamos fondos de ningún gobierno para nuestro trabajo en Siria.