Médicos Sin Fronteras pide a todos los combatientes que respeten la integridad física de los civiles.
El recrudecimiento de los combates en Mogadiscio, la capital de Somalia, ha provocado que la mayoría de los habitantes de los distritos de Yaqshid, Karan y Abdul Azziz, en el norte de la ciudad, hayan tenido que huir de sus hogares. Los continuos bombardeos, las fuertes explosiones y la lucha abierta que mantienen los distintos grupos armados, se han cobrado ya decenas de víctimas civiles y han sumido la ciudad en el caos.
Durante la última semana, los tres centros de salud y el hospital pediátrico que gestiona Médicos Sin Fronteras (MSF) en Mogadiscio Norte han tenido que cerrar sus puertas debido a los combates. El personal de la organización, al igual que el resto de la población, ha tenido que huir para poner a salvo sus vidas y las de sus familias, algo que no había sucedido en los más de 17 años que MSF lleva trabajando en Mogadiscio.
Hasta el momento en el que se produjo el cierre forzoso de sus estructuras de salud en Mogadiscio Norte, los equipos de MSF estaban llevando a cabo una media de 2.500 consultas por semana y trataban a unos 400 niños desnutridos. En el hospital de Daynile, situado en el oeste de Mogadiscio, el personal de MSF ha tratado a 869 personas heridas y ha llevado a cabo 49 intervenciones quirúrgicas desde principios de mayo. Entre todas las personas que recibieron tratamiento de urgencia, 162 eran niños menores de 14 años y 156 eran mujeres. 12 pacientes murieron a causa de las heridas.
Alrededor de 200.000 personas han tenido que huir durante los dos últimos meses en dirección a Afgooye y Jowhar. Todo el mundo está aterrorizado y en los últimos 15 días el número de víctimas mortales y heridos ha aumentado drásticamente. Resulta imposible poder prestar asistencia médica y humanitaria a aquellos que la necesitan, dice desde Nairobi Mónica Camacho, coordinadora general de la misión de MSF en Somalia.
En la ruta que lleva hacia Afgooye, al oeste de Mogadiscio, medio millón de personas están viviendo en refugios temporales hechos con palos y telas de plástico. Muchos de ellos han huido de Mogadiscio. El acceso a la salud es enormemente limitado y la falta de agua potable y de comida hace que la situación sea desesperada. Además, los asentamientos están saturados y esto aumenta considerablemente el riesgo de que se produzcan epidemias de cólera o sarampión.
MSF hace un llamamiento a todas las partes enfrentadas para que respeten las estructuras médicas de la organización y el trabajo de su personal nacional somalí, profesionales de la salud que han logrado mantener la prestación de ayuda médica y humanitaria en las peores condiciones imaginables.
Algunos de los centros médicos han sido tomados por hombres armados. Todos los pacientes que estaban siendo tratados hasta hace dos semanas en las estructuras de MSF han huido o han tenido que ser evacuados. Muchos han tenido que interrumpir su tratamiento, lo cual es verdaderamente preocupante. En Mogadiscio Norte ya no queda prácticamente nadie por las calles, dice Alfonso Verdú, responsable de operaciones de MSF en Somalia.
En los tres últimos meses, MSF ha sufrido numerosos incidentes de seguridad. En abril, dos miembros de la organización estuvieron secuestrados durante una semana en Huddur, en la región de Bakool. Un trabajador somalí de MSF murió el pasado día 18 de junio tras la explosión de una bomba que mató a otras 30 personas. Más tarde, también durante el pasado mes de junio, en Galcayo Norte se produjo un ataque contra un vehículo en el que viajaba personal de la organización y en el que resultó muerta la madre de uno de sus pacientes. Todo ello, unido a la creciente situación de inseguridad de los últimos dos años, ha hecho que el trabajo de Médicos Sin Fronteras en Somalia sea cada vez más complicado.
A pesar de todo lo ocurrido, queremos seguir trabajando en el país. Las necesidades son inmensas y las principales víctimas del conflicto son los civiles, dice Alfonso Verdú. La población está atrapada, abandonada a su suerte. Es algo que se puede comprobar en nuestro hospital en Daynile, en el oeste de Mogadiscio, donde la mitad de nuestros pacientes son mujeres y niños. Pedimos una vez más a todas las partes del conflicto que respeten la integridad de los civiles y garanticen el espacio humanitario necesario para tratar a los heridos, añade Verdú.