Por Tom Rhodes, Coordinador de Comunicación Regional de MSF en Nairobi y Bruno de Cock, Editor Fotográfico de la Oficina Internacional de MSF.
Luego de dos décadas de guerras brutales, Sudán del Sur declaró su independencia en 2011. Pero hoy todavía está muy rezagado en cuanto al acceso a infraestructura y servicios esenciales como la salud para sus habitantes. En 2013 una división interna en el partido gobernante, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán, desencadenó un violento conflicto que obligó a casi cuatro millones de civiles a abandonar sus hogares: un tercio de la población del país. La mitad de esos desplazados está aún en Sudán del Sur; la otra mitad huyó del país.
Según Naciones Unidas, el fracaso de las conversaciones de paz en 2016 contribuyó al aumento del movimiento de población: 737.400 personas debieron desplazarse ese año. En 2017 los números crecieron aún más. El éxodo fue tan grande que hoy en día Uganda y Etiopía alojan la mayor cantidad de refugiados de toda África sub-sahariana.
Los desplazados tienen un muy limitado acceso a agua segura, condiciones sanitarias adecuadas y atención médica y, por eso, son muy susceptibles a enfermedades como la malaria, las infecciones respiratorias o cutáneas y, en algunas zonas, el cólera.
MSF gestiona en esta región uno de sus programas más ambiciosos, con proyectos en 17 locaciones en Sudán del Sur y siete en sus fronteras. Los equipos están continuamente desarrollando y adaptando las operaciones para asistir a los desplazados: pasan de crear hospitales en los campos a llevar insumos médicos a pie, todo con el objetivo de alcanzar y tratar pacientes, sin importar cuán lejos estén.
Refugiados en Sudán
Una vez que los refugiados de Sudán del Sur son registrados en la frontera con Sudán, deben tomar un bus hacia el campo de Khor Wharal, Nilo Blanco. Para fines de 2017, Naciones Unidas tenía registrados a 772.000 sursudaneses en Sudán y esperaba que llegaran unos 200.000 más en 2018. MSF estableció un hospital de emergencia que provee atención secundaria en salud y gestiona otro hospital de referencia en el campo de refugiados de Kashafa, en Nilo Blanco.
Refugiados en Uganda
En 2017 el campo de Bidi Bidi, en Uganda, recibió una gran cantidad de refugiados sursudaneses, especialmente de la región de Greater Equatoria. MSF provee atención primaria y maternal, en salud mental y tratamiento para víctimas de violencia sexual, pero la ayuda es insuficiente en los campos que cada vez albergan a más personas. En abril, Bidi Bidi alojaba 270.000 refugiados.
Jocomina llegó a Uganda buscando comida. Pero las brechas de financiamiento obligaron al Programa Mundial de Alimentos a reducir drásticamente las raciones de alimentos dentro de los campos. Ella encontró los mismos problemas que sufría en su pueblo, mientras debe encargarse de su suegra enferma y de su sobrino.
De enero a agosto un millón de personas llegaron a los cuatro campos de refugiados del distrito de Yumbe (Bidi Bidi, Imvepi, Palorinya y Rhino). Un 85% eran mujeres y niños. En diciembre, Naciones Unidas estimó que 1,3 millones de niños menores de cinco años sursudaneses estaban en riesgo de sufrir desnutrición aguda.
Refugiados en Etiopía
En noviembre, Nhil Yual y su hermana Najok, esperaban a ser atendidos en el puesto de salud de MSF en el campo de Pugnido, Gambella, Etiopía.
Allí, MSF provee asistencia médica a refugiados sursudaneses y a la comunidad local. En 2017 se incrementó el apoyo al hospital de Gambella, única estructura de la región que brinda atención especializada a una población de 800.000 personas.
Por otro lado, en Karagba y Olendere, cerca de la frontera entre RDC y Sudán del Sur, MSF ha establecido dos clínicas móviles. Brinda atención médica, de salud mental, consultas de salud sexual y reproductiva, y también da apoyo al hospital regional.