Por Nasteh Shukri Mahamud, enfermero y jefe de equipo médico en Rokero, Darfur Central, Sudán.
A principios de septiembre, empecé a trabajar como jefe del equipo médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Rokero, una zona con alrededor de 200.000 personas. Nuestro proyecto proporciona servicios médicos en Rokero y Umo, región montañosa de Jebel Marra en el estado de Darfur, Sudán.
Darfur ha sufrido más de una década de conflicto. Aunque muchas cosas han cambiado tras el derrocamiento de Omar al-Bashir y la instalación del nuevo gobierno de transición, la situación general de seguridad sigue siendo frágil mientras continúan los enfrentamientos violentos.
En febrero, MSF empezó a prestar servicios médicos en un centro de salud estatal llamado «hospital rural» en Rokero. Gestionamos el departamento de hospitalización, la sala de urgencias, las salas de maternidad y de parto y la sala de observación, donde mantenemos a los pacientes bajo vigilancia durante 24 horas hasta que pueden ser dados de alta de forma segura o son admitidos como pacientes internos. También gestionamos un centro de alimentación terapéutica para niños desnutridos que sufren complicaciones como diarrea o una infección de las vías respiratorias. Los pacientes con lesiones o problemas de salud complicados son llevados a un hospital más grande en la ciudad de Al-Fasher, la capital de Darfur septentrional, que se encuentra a seis horas en coche.
Umo es una zona remota situada entre dos montañas en la cordillera de Jebel Marra. Está controlada por un grupo rebelde armado que sigue luchando contra las fuerzas gubernamentales y otros grupos armados de la región por el poder y el control de los recursos. Alrededor de 50.000 personas viven allí en docenas de aldeas dispersas en el vasto terreno rocoso. La zona ha quedado aislada de la asistencia exterior desde 2008. El único medio de transporte para entrar y salir de Umo es el burro o el camello. No hay carreteras, ni acceso para coches o autobuses. Es un viaje de cuatro horas desde Rokero a Umo. Es un viaje muy cansador, difícil y peligroso por un terreno rocoso y resbaladizo.
La situación tanto en Rokero como en Umo sigue siendo volátil. Muchas familias que fueron desplazadas por conflictos anteriores encontraron refugio en los alrededores de la ciudad de Rokero y todavía viven aquí. Las personas sigue huyendo de la violencia de sus aldeas a zonas más seguras cerca de las ciudades más grandes. Los enfrentamientos siguen estallando, y seguimos tratando las heridas causadas por los combates. Por la noche, a menudo podemos oír disparos.
Muchas comunidades en Rokero y Umo dependen en gran medida de la ayuda humanitaria. Aproximadamente el 60 por ciento de la población no tiene acceso a los servicios básicos de salud. De los 20 centros de salud de la zona, sólo ocho están en funcionamiento, incluidos los dos centros de salud de MSF.
Nuestros planes para 2020 se vieron frenados por la expansión del COVID-19, pero a principios de septiembre pudimos abrir un pequeño centro de atención sanitaria básica en Umo. Cuando el equipo llegó por primera vez, toda la aldea, incluyendo ancianos, mujeres y muchos niños, nos acogieron con entusiasmo y expectación. Desde entonces, hemos servido a esta comunidad seis días a la semana, con un equipo de 20 personas experimentadas y dedicadas de MSF en Sudán, algunas de Umo y otras de otras partes de Darfur. Podemos tratar hasta 70 pacientes en un día.
Las personas de Umo suele sufrir heridas por caídas o accidentes de tráfico, y sigue siendo una zona de conflicto activo, por lo que las heridas de bala también son bastante comunes. Ahora, al final de la temporada de lluvias, estamos tratando más infecciones del tracto respiratorio superior y enfermedades de la piel causadas por las malas condiciones de vida.
En mi primer viaje a Umo, nos reunimos con los ancianos de la comunidad para entender mejor las vidas que llevan, las expectativas de MSF y sus necesidades sanitarias. Nuestra reunión fue cálida y muy acogedora. Las aldeas han estado trabajando duro para mejorar sus condiciones de vida. Construyeron algunas infraestructuras, como caminos de piedra, pero no han tenido un centro de salud en funcionamiento en más de una década.
Es un viaje difícil a Umo, especialmente ahora durante la temporada de lluvias cuando los caminos se vuelven fangosos y poco confiables. Me alegré de haber aprendido a montar a caballo con MSF en Etiopía en 2012, cuando trabajé en un proyecto de nutrición al que sólo se podía llegar con un viaje de una hora. Pero ese día en Darfur, me senté en un burro durante ocho horas. De vuelta en Rokero, tuve que caminar durante 10 minutos sólo para sentir mis piernas de nuevo.
Tengo una enorme admiración por nuestro dispensador de medicamentos Najmadin Aden Mahamed, que hace el viaje por lo menos menos una vez a la semana para traer suministros y medicamentos. Es difícil imaginar cómo sería ese viaje para una mujer de Umo que experimenta complicaciones durante el parto.
El número de muertes de mujeres embarazadas y madres primerizas es alto en Darfur. Cuando nos reunimos con los ancianos de la comunidad, nos dijeron que algunas mujeres pierden a sus bebés en el primer trimestre de su embarazo porque montan burros y trabajan demasiado. El número de mujeres que dan a luz en la sala de partos de MSF sigue siendo bajo, pero hemos empezado a realizar más actividades de difusión comunitaria, hablando con los ancianos de la comunidad y comprometiéndonos con las parteras tradicionales. Sin embargo, los controles prenatales ya son muy frecuentados por las mujeres embarazadas.
La mayoría de las personas aquí son agricultoras y cultivan sorgo y mijo, pero los años de conflicto han interrumpido con frecuencia las actividades agrícolas, dejando a las familias sin sus cultivos o con una cosecha pobre. Además, la crisis económica en Sudán hace que muchas familias no puedan permitirse el aumento de los precios de los productos básicos. La mayoría apenas puede permitirse dos comidas básicas al día. Las mujeres tienen que trabajar especialmente duro, cuidando tanto los campos como a sus hijos.
Nuestro equipo está muy preocupado por la malnutrición de los niños de Umo. Durante nuestro primer mes en Umo, el centro de alimentación terapéutica ambulatoria trató a 60 niños gravemente desnutridos. En el centro de alimentación terapéutica de MSF en la ciudad de Rokero, siempre tenemos cinco o seis niños gravemente desnutridos que sufren complicaciones como diarrea o infecciones de las vías respiratorias. Hay una niña de dos años que está siendo tratada en el centro de alimentación. Su madre la trajo hace siete días. Tenía desnutrición aguda grave; estaba débil y era demasiado pequeña para su edad. Ha cambiado mucho en sólo una semana. Es activa y disfruta de la comida de nuevo. Su madre no podía creer lo rápido que ha mejorado. También le sorprendió que nuestros servicios médicos sean gratuitos.
Las distancias en esta región aislada pueden ser abrumadoras y amenazantes para la vida. Hacen casi imposible el acceso a una atención de emergencia oportuna. Las personas mueren de camino a nuestro centro de salud o llega a Rokero demasiado tarde para que su condición sea tratada. En nuestro primer mes en Umo perdimos dos pacientes en el camino a Rokero. Como profesional médico esto es difícil de aceptar. También oímos hablar de enfermos que viven en zonas controladas por los rebeldes y tienen demasiado miedo de buscar atención médica en las instalaciones del Ministerio de Salud.
Es gratificante trabajar con un equipo tan experimentado y dedicado. Tenemos 52 miembros del personal en Rokero y 20 en Umo, la mayoría de Darfur. Ali Mohamed Doud es un médico de urgencias y nuestro director de actividades médicas. Ha trabajado con MSF en muchas emergencias diferentes en Sudán.
Ali y nuestros otros colegas conocen por experiencia propia las esperanzas y preocupaciones de las personas en Darfur. Saben muy bien que muchas comunidades de Jebel Marra luchan por acceder a lo básico, como la atención primaria de salud, el agua limpia y segura, la educación y la protección. Algunos son cautelosamente optimistas sobre un acuerdo de paz recientemente firmado entre el gobierno de transición sudanés y algunos grupos rebeldes. Hay esperanza de que pueda ser un primer paso hacia la paz, la reconciliación y la estabilidad en Darfur, y una oportunidad para que los muchos cientos de miles de desplazados regresen a sus hogares.
Estoy orgulloso de ser miembro de un equipo que responde directamente a las necesidades sanitarias agudas y ayuda a salvar vidas en un lugar que ha sido descuidado durante mucho tiempo y donde el acceso a la atención sanitaria es todavía muy limitado.