El martes por la noche, el hospital Al Zahrá fue golpeado durante un bombardeo y tuvo que suspender sus actividades después de que puertas, ventanas y un generador de electricidad fueran destruidos. Afortunadamente, no hubo pérdidas humanas.
«Sufrimos ataques casi todos los días. Todas las instalaciones de salud de Alepo se han visto afectadas. Hacemos lo que podemos y utilizamos los medios que tenemos para dar atención sanitaria a las personas atrapadas en la ciudad«, denuncia Mustafá Karaman, fisioterapeuta y voluntario de uno de los hospitales apoyados por Médicos Sin Fronteras (MSF) que fue atacado en agosto pasado.
“La vida en la ciudad se ha vuelto casi imposible», añade. «Nosotros, como personal médico, no podemos irnos y abandonar a nuestra gente”.
Desde mediados de julio, los ocho hospitales que aún permanecen en funcionamiento en el este de Alepo han sido dañados al menos una vez (la mitad de ellos en varias ocasiones) debido a explosiones y bombardeos que, con el último incidente el martes, ascienden a 13 ataques en total. Todos estos hospitales reciben apoyo de MSF.
Sitiados y sin ayuda
Los daños implican la suspensión de actividades en una ciudad sitiada donde enfermos y heridos no pueden encontrar ayuda en otro lugar. Algunos de estos hospitales han tenido incluso que cambiar su ubicación tras quedar inoperativos. A partir de julio, los nuevos combates en Alepo han dejado a la parte oriental de la ciudad, que no está controlada por el gobierno, rodeada por fuerzas hostiles y aislada de las vías de suministro, lo que deja a 250.000 personas atrapadas y luchando por sobrevivir.
A pesar del estado de sitio, en los últimos días MSF ha sido capaz de enviar un cargamento con suministros para los ocho hospitales que todavía funcionan en el este de Alepo. Desde 2014, MSF proporciona medicamentos y suministros a los centros de salud de esta zona de la ciudad, incluyendo los vitales kits quirúrgicos y equipo médico.
En los barrios del este de Alepo, solo unas pocas docenas de médicos y cirujanos han quedado al cuidado de cientos de miles de personas en extrema necesidad. El personal médico se enfrenta a un futuro incierto, con suministros y espacio limitados, y sin opciones para referir a los pacientes más allá de las líneas de asedio.
«Todas las partes en conflicto deben entender su deber de respetar las reglas de la guerra. Deben dejar de bombardear hospitales e infraestructuras civiles, permitir que las personas gravemente enfermas y heridas puedan ser evacuadas, y no cortar el suministro de alimentos, medicamentos y bienes vitales para la ciudad«, subraya Pablo Marcos, director del programa de MSF para Oriente Medio.
MSF gestiona seis centros médicos en el norte de Siria y apoya a más de 150 centros de salud y hospitales de todo el país, muchos de ellos en zonas sitiadas.