Mariana, 49 años, se encuentra en un refugio improvisado en los Altos de Portete. Da su testimonio luego de haber perdido su hogar tras el terremoto.
“En el momento en que nos sacudió el terremoto, en la Isla de Portete, todos estábamos en nuestros hogares. Primero sentimos un temblor, pero después, fue como si la tierra se corriese. Apenas eso sucedió, todos los vecinos migramos hacia un punto común de encuentro en la isla. Por suerte, dos días antes habíamos recibido una capacitación en evacuación en un hotel cercano y nos sirvió de mucho para organizarnos en esta situación.
Cruzamos entonces en lanchas de la misma comunidad, tomamos la carretera y subimos a una zona que se llama los Altos de Portete, donde construimos un refugio para 50 familias. Allí recibimos el apoyo psicosocial de Médicos Sin Fronteras (MSF) tanto para los niños de nuestra comunidad como para los adultos. Incluso mi suegra, que es de la tercera edad y que además perdió a su marido hace dos meses, se sintió mejor luego de conversar con el equipo.
Ahora tengo mucho miedo de volver a mi casa en la isla. Estamos esperando que vayan las autoridades para recuperar nuestros hogares, porque hasta que no nos den seguridad, no podemos volver. Los niños ni siquiera pronuncian sus ganas de volver, quedaron muy asustados. Con mi marido teníamos un bar para turistas en la playa pero ahora quedamos sin trabajo porque todo quedó destruido y los turistas tampoco ya querrán ir.
Toda nuestra familia se encuentra aquí en el refugio que construimos pero en el cantón de Pedernales perdimos a muchas personas queridas. Cada día, me acuesto y me levanto y no dejo de agradecer por la oportunidad de seguir con vida.
Luego del terremoto, volvimos a nacer para poder contarles a nuestros hijos y nietos lo que nos pasó”.