Verónica tiene 15 años, pero ya ha pasado por mucho. Su madre murió a una edad temprana y ahora vive en condiciones precarias con su abuela y su hijo, en una comunidad cercana a la población de El Vidoño. Verónica es una de las tantas adolescentes que acuden con regularidad al ambulatorio Amigos para la Salud que operamos en Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Estado Anzoátegui, al norte de Venezuela.
Al principio de su embarazo, antes de enterarse que existía este ambulatorio, Verónica no fue al médico. «Me asustaba la idea de hacer una consulta y, además, mi familia no tenía dinero. Pero un día, mi hermana se enteró de que se había abierto un ambulatorio en las cercanías y que me podían atender allí de forma gratuita. Para entonces, ya tenía cinco meses. Fui y me hicieron mi primera consulta prenatal y los exámenes que no me había hecho. Empecé a ir allí regularmente».
En noviembre de 2018, MSF abrió el ambulatorio en colaboración con una organización llamada Fe y Alegría (que dirige una escuela vecina) y las autoridades nacionales de salud. “La crisis política y económica de Venezuela ha afectado profundamente al sistema de salud«, comenta Claire Damar, Coordinadora de proyecto de MSF en el Estado de Anzoátegui, «y ha resultado en un acceso limitado a la atención sanitaria para la población. Como en otros lugares del país, las necesidades médicas en El Vidoño no estaban siendo cubiertas».
Ayudar a las nuevas madres adolescentes
«Venezuela tiene una tasa muy alta de embarazos adolescentes y sólo ha aumentado en los últimos años, porque muchas personas tienen dificultades para acceder a los anticonceptivos o para pagarlos», explica Magali Gutieres, responsable médica de MSF en el ambulatorio Amigos para la Salud. «La crisis en Venezuela ha aumentado considerablemente la vulnerabilidad de los venezolanos. Pero consideramos que los adolescentes y los niños están aún más en riesgo y a menudo luchan por acceder a los tipos de servicios que ofrecemos aquí. Esa es una de las razones por las que nuestro enfoque en el ambulatorio está muy centrado en ellos.» Cerca del 40% de las personas que MSF asiste en este centro de salud, son niños menores de 5 años de edad y casi un tercio de las embarazadas que recibe, son adolescentes.
Verónica mira a Alexander, su hijo de cuatro meses, y sonríe. «Seguí yendo al ambulatorio después de su nacimiento. Voy allí cuando mi hijo se enferma o cuando necesita ser vacunado. Hoy, por ejemplo, estoy aquí para vacunarlo contra la polio. Cuando me convertí en madre, las enfermeras y los promotores de salud me dieron un papel que explicaba todas las vacunas que mi hijo tenía que hacer y cuándo. Puse el papel en la nevera para no olvidar las citas».
Juznedi, de 17 años, también está sentada en la sala, esperando la vacuna de Juli Angel, su hija de ocho meses. Para ella también, este ambulatorio de MSF ha marcado una gran diferencia. «Cada vez que hay una necesidad, vengo aquí. Por ejemplo, dos semanas después de dar a luz, mi hija tuvo un problema con sus ojos y la cuidaron. También me ayudaron con los servicios de planificación familiar. Ahora estoy tomando anticonceptivos y me siento más en control de las cosas», dice. Al igual que Verónica, Juznedi se ha beneficiado de la mayoría de los servicios que se prestan en el ambulatorio: planificación familiar, atención prenatal, atención postnatal y, ahora, pediatría para su hija.
Las dos adolescentes también aprovecharon los servicios de salud mental ofrecidos en el ambulatorio. Juznedi habla con entusiasmo de sus sesiones con el psicólogo: «Ella me ayudó mucho. Durante nuestras sesiones, pude hablar del padre de mi bebé que me dejó cuando quedé embarazada y también pude compartir mis temores sobre el futuro de mi hija«. Al compartir su experiencia, Verónica y Juznedi insisten en que la atención de la salud mental es algo que nunca hubieran podido permitirse, si no se hubiera proporcionado de forma gratuita en el ambulatorio Amigos para la Salud.
Facilitar el acceso a servicios esenciales en tiempos de crisis
En el ambulatorio Amigos para la Salud, MSF ofrece atención primaria, servicios de atención pre y post natal, cuidados médicos y psicológicos ante casos de violencia sexual, planificación familiar, programas de nutrición, servicios de inmunización, diagnóstico y tratamiento de malaria y actividades relacionadas a la promoción de la salud.
En Anzoátegui, MSF también brinda soporte al ambulatorio de Guanire y en los sub ambulatorios de El Rincón y San Diego del Municipio Sotillo, donde a través de servicios de atención primaria, vacunaciones, salud sexual y reproductiva, planificación familiar, actividades comunitarias de distribución de mosquiteros, desparasitación y potabilización de agua. Adicionalmente, lleva adelante un programa de detección y tratamiento de malaria, casa por casa, en sectores rurales donde se detectan casos de la enfermedad. “Nuestro objetivo es llevar la salud lo más cerca posible de la población y facilitar la atención y los servicios médicos esenciales”, remarca Damar.
En el marco del COVID-19 son muchas las actividades que han debido readaptarse. La prioridad ha sido asegurar la continuidad de los servicios mientras garantizar la seguridad de los pacientes y del personal sanitario. Circuitos especiales de triaje se han establecido para quienes llegan con síntomas relacionados al coronavirus, así como dotaciones de insumos de protección y limpieza, formaciones a personal médico y no médico y extensas campañas de promoción a la salud para prevenir la transmisión de la enfermedad.
Solo en el primer semestre de 2020, la labor de MSF en todo el estado de Anzoátegui tuvo impacto en 24.718 pacientes. Cada día, desde muy temprano en la mañana, llegan decenas de pacientes al ambulatorio Amigos por la Salud, muchos sufriendo de infecciones en vías respiratorias, diarreas, parasitosis y enfermedades de la piel. Allí se puede entender cómo una crisis económica y política afecta a la población de un país, y que la atención médica gratuita es desesperadamente necesaria. “Vivimos una vida difícil: todo es caro, nos faltan los bienes básicos y no siempre comemos tanto como nos gustaría. Saber que hay asistencia médica gratuita cerca, si la necesitamos, ayuda realmente”, explica Juznedi.