Victorine, madre de cuatro niños, es uno de los desplazados que ha tenido que buscar refugio en el estadio de Sotraki, cerca de Goma, capital de la provincia de Kivu Norte en República Democrática del Congo (RDC). Dos de sus niños han sido atendidos en la clínica móvil de MSF de diarrea y desnutrición.
Sentada en el suelo, la joven habla con sus amigas, originarias como ella del pueblo de Kibate, el norte de Goma. Muy delgada, con una camiseta negra y una falda polvorienta, controla con el rabillo del ojo a sus hijos, que tienen entre dos y diez años. Como mucha gente en el estadio de Goma, Victorine, está exhausta. Muchos de los que llegan han caminado durante días y se han escondido en escuelas e iglesias para huir de los combates.
Victorine huyó con sus hijos y su marido, escuchamos bombas, tuvimos miedo, dice. Los proyectiles impactaban contra las casas. Uno de sus vecinos, asegura, murió por una bala perdida.
Es la tercera vez desde 2008 que Victorine y su familia se han tenido que hacer a los caminos para huir de la guerra. En noviembre, la familia no consiguió salir indemne: el marido de Victorine murió durante el caos que se desató en su pueblo. Como entonces, Victorine buscó refugio en la escuela. Esta vez, ha venido al estadio. Su pueblo está en pleno frente de batalla. Sabe que ahora estará largo tiempo refugiada antes de poder regresar a Kibati.
La vida es peligrosa y hay mucho sufrimiento, dice la mujer, que sobrevive del cultivo de soja y judías, pero cuando queremos ir a los campos a trabajar corremos el riesgo de que vengan los rebeldes a molestarnos. Extorsiones y violaciones son habituales en la zona.
Ahora, en el estadio, la mayor preocupación de Victorine es obtener alimentos para sus hijos, si tuviera dinero, dice, compraría comida en el mercado. Lo único que ha traído consigo es un hatillo de ropa. Dos de los pequeños de Victorine padecen diarrea y malnutrición como consecuencia de los días que han pasado durmiendo a la intemperie sin suficiente comida. Aún ahora, en el estadio, duermen al aire libre.
Victorine se casó a los trece años y se trasladó con su marido a Goma desde Rutshuru. Viuda con 24 años y con cuatro hijos no cree que pueda volver a casarse, un nuevo marido no querría a mis niños, dice. Le preocupa el estado de sus campos y su casa, que pueden haber sido saqueados, o destruidos por las explosiones.
Más de 100.000 personas se encuentran refugiadas en diversos campos de desplazados en la periferia de Goma, en Kivu Norte, RDC. MSF trabaja en dos de los campos: Bulengo y Mugunga III. Los equipos se centran en proveer de cuidados médicos básicos y en vacunaciones para la prevención de enfermedades como el sarampión y el cólera.