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Mochilas que guardan historias
¡Gracias por interesarte por esta temática!
Te invitamos a que conozcas más sobre la migración en América Latina. ¿Nos regalás unos minutos?
Bienvenidos y bienvenidas a "Mochilas que Guardan Historias," una iniciativa de Médicos Sin Fronteras (MSF) para compartir las narrativas que definen la travesía de aquellos que han dejado todo atrás en busca de un futuro mejor.
La realidad de la migración: más allá de las cifras
108,4 millones de personas en todo el mundo dejaron sus hogares, de ellas, 6 millones residen en América, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Las cifras de la migración son más que simples estadísticas; representan vidas afectadas por la violencia, el abuso y la pobreza. A diario, en Brasil, Perú, Panamá, Honduras, Guatemala y México, los equipos de MSF son testigos de las consecuencias humanitarias que enfrentan estas poblaciones.
La falta de rutas seguras resulta en enfermedades desatendidas, violencia física, asaltos, violencia sexual y afectaciones en la salud mental.
La atención sanitaria e información son esenciales, pero la vulnerabilidad comienza mucho antes de emprender el viaje.
Aquellos que emprenden el camino por las principales rutas de América Latina se enfrentan a la extrema vulnerabilidad: hambre, falta de refugio y agua, delincuencia, desinformación, fraude, xenofobia y violencia física, psicológica y sexual.
Médicos Sin Fronteras en acción
Nuestros equipos están comprometidos a brindar atención médica y de salud mental.
- Entre enero y octubre de 2023, nuestros equipos han brindado más de 140.000 consultas de salud física y mental, y han alcanzado a miles de personas con actividades de promoción de la salud y trabajo social en nuestros proyectos de asistencia a población migrante en Panamá, Honduras, Guatemala y México.
- De enero a octubre de 2023, en Perú, se registraron diversas cifras que reflejan la atención y el apoyo brindado a la población migrante, incluyendo 33.482 atenciones en promoción de la salud, 8.268 consultas médicas, 2.980 consultas en salud sexual y reproductiva, 228 consultas en salud mental y 1.080 consultas en trabajo social.
Migrar no es un delito
Buscar protección, atención médica, asilo y una vida digna son derechos fundamentales.
Las vidas importan mucho más que una frontera. Quienes deciden migrar merecen tener plena garantía de sus derechos y la posibilidad de transitar por rutas seguras y dignas.
Migrar no es un delito, es parte de los derechos de todas las personas.
Testimonios en primera persona
“Sigo en el único albergue de Arriaga en Chiapas, porque me han diagnosticado anemia. Me llevaron a la clínica de Médicos Sin Fronteras y luego al hospital. La organización también me ayudó en Guatemala.
Mi enfermedad surgió porque estuve días sin comer y caminé mucho, como 65 kilómetros. Este viaje ha sido realmente duro. Hay muchas cosas que no son fáciles para nadie, pero especialmente para las mujeres y los niños.
No hay nada que calme ese miedo, esa incertidumbre. Pensar que nos van a mandar de regreso, que hay un punto de control migratorio. Ese ha sido el daño psicológico más fuerte que tenemos los migrantes en México”.
“Viajo con toda mi familia, somos siete: cinco hijos, mi pareja y yo. Hemos estado caminando desde Tapachula en caravana, pero nos hemos enfermado y nos hemos quedado sin dinero. Una de mis hijas tiene fiebre, vómitos y diarrea.
También tengo fiebre desde hace tres días. A veces dormimos en el parque central de Arriaga, donde no hay techo y hace mucho viento por la noche. Mi hija me dice que deberíamos regresar, pero yo quiero que crezcan en un lugar más tranquilo, con mejores posibilidades”.
“Hace ocho días llegué a la terminal de autobuses de Juchitán. Me gustaría quedarme aquí en México y poder traer a mi familia. Ahora estoy trabajando con Médicos Sin Fronteras en la clínica. Como conozco varios idiomas les ayudo para que puedan atender a personas que no hablan español. Ha sido una gran experiencia y me permite adquirir más conocimientos.
Lo que escucho de la mayoría de las personas a las que ayudo es que vienen a pie, les han pasado cosas terribles, les han robado, entonces llegan sin nada. Mucha gente duerme en esta terminal, pero el ambiente es desafiante, especialmente de noche”.
“Vinimos aquí casi sin posesiones. Salimos sólo con la ropa que llevábamos. Vendimos todo lo que teníamos. Nuestro sueño es que nuestra hija estudie –y nosotros también, tal vez– y construya una casa y tenga un hogar. Queremos ser ciudadanos".
"Domingo es abogado y pastor y yo soy costurera. Llevamos con nosotros el conocimiento de esas profesiones y nuestro amor por nuestros hijos. Muchas familias en Venezuela han buscado la forma de sobrevivir y, al migrar, tienen que separarse. Es muy triste.
Nosotros tenemos tres hijos. Dos están en Rio Grande do Sul y el mayor, de 39 años, fue a Bogotá pero allí sufrió un derrame cerebral y murió. Buscando una vida mejor, se fue con su familia pero solo encontró la muerte. Y yo no pude estar con él allí. Estuvo en cama durante siete meses y no pude ir. No hemos visto a nuestros otros hijos desde hace dos años. Quizás si todavía estuviéramos todos juntos, en casa, mi hijo seguiría vivo. Eso no es algo fácil de superar".